—¡Bruja desalmada!
—Eso sí que es rebajarse mucho de tu parte. ¿Debes insultarme justo cuando estamos a punto de cenar? —preguntó Kiara, mirando el reflejo de su hermano en el espejo—. ¿No ves que me estás molestando mientras me preparo? Esta noche es importante.
Henry se precipitó hacia el lado de Kiara pero no pudo tocarla. No podía mientras ella aún tuviera influencia sobre su padre. —¿Llamas a enviar a madre fuera del palacio una noche importante?
—¿No es importante despedirnos? No entiendo por qué vienes a gritarme cuando deberías decirle que tenga un buen viaje. ¿Por qué estás malgastando tu aliento conmigo? He preparado un bonito regalo de despedida y, como estoy de buen humor, puedo poner tu nombre en él —ofreció Kiara.
—Estás enferma de la cabeza. No me importa lo que diga nadie. Sé que tuviste algo que ver con que él la enviara fuera del palacio. Su discurso sobre que necesito aprender a valerme por mí mismo lo delató. Esto es cosa tuya —acusó Henry a Kiara.