Rosa esperó a que Zayne se sentara primero y luego Janice, quien estaba nerviosa de estar en la misma mesa que su empleador. Era gracioso ver el cambio de actitud de Janice ahora que Zayne estaba tan cerca de ellas. Le había dicho que él era aterrador y ahora él debía ver que ella no estaba equivocada.
—¿Deberíamos sacar la comida para ti? —preguntó Janice, sin saber qué hacer. ¿Debían seguir actuando como sus sirvientes y servirle o simplemente comer sin preocuparse por él?
—Yo puedo sacarla por mí mismo —respondió Zayne—. No necesitas verte tan tensa. No te mataré.
Rosa intercambió una mirada con Janice. No era el momento adecuado para usar la palabra matar. Zayne era mucho más alto que las dos y su complexión mostraba que fácilmente podría matar a alguien si quisiera. Luego estaba la difícil parte de ignorar que él era un extranjero. Su general, además de eso.