Escuché la sentencia del juez:
—Debido a la falta de pruebas válidas y la decisión del jurado, la acusación contra Joanna Lovecraft se considera inválida.
—Espera —dijo de pronto Miguel.
Todos los ojos estaban fijos en Miguel, y yo no era la excepción.
—Su Alteza, el segundo Príncipe —el juez frunció el ceño y dijo—. Tenemos una norma con la familia real. No tiene derecho a interferir en los asuntos de la corte del hombre lobo. El jurado ya ha tomado su decisión...
—Lo sé —Miguel interrumpió al juez otra vez.
Miguel se levantó y dio una ligera reverencia al juez y al jurado. Dijo:
—No tengo ninguna objeción a su respetada decisión. Quiero hablar sobre algo más.
Cuando escuché a Miguel decir que no objetaba, no pude evitar apretar más su mano.
¿Cómo podía no objetar a esto? Dijo que siempre estaría de mi lado. Sin embargo, esta decepción solo permaneció en mi corazón por un momento. Estaba más dispuesta a confiar en mi compañero. Debió tener otros planes.