Punto de vista de Cecilia:
—¿Dijiste eso? —Cuando escuché a Miguel hablar sobre cómo la cara del rey se congeló, solté una carcajada. —Eres demasiado. Vas a volver loco al Rey Licántropo.
—Supongo. —Miguel ya me había vuelto a meter bajo la manta cuando dijo esto.
Bajo la cobertura de la manta, nos abrazamos los cuerpos desnudos. No hicimos el amor. Simplemente sentimos el calor del cuerpo del otro y nos dijimos dulzuras. Esta sensación era a la vez hermosa y cálida.
—¿Y qué pasó después? —pregunté.
—Él se sentó de nuevo en su silla con la cara pálida, pero no había nada que pudiera hacer. No se atrevía a perder los estribos conmigo delante de mi madre. Sin embargo, era obvio que su plan de arreglar el matrimonio de sus dos hijos había fracasado. Brandon no se casó con una dama noble como él había esperado, y yo tampoco —dijo Miguel.
—Qué lástima. —No había ni un atisbo de arrepentimiento en mi tono.