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Observé la expresión de Miguel y decidí que provocarlo ahora no era buena idea.
Parecía que tendría que volver con él.
Miré apologeticamente a Kate. —Me temo que no puedo ir de compras contigo.
Kate me hizo un gesto con la mano, indicando que no quería involucrarse en mi disputa con el Príncipe Licántropo de la familia real.
Miguel se mostraba impaciente, su mirada fija en mí, y al ver que había hecho una breve despedida, tomó mi mano y se alejó.
No pude resistirme a su agarre y tropecé en su dirección. Quería resistir a la situación inapropiada y dejar claro que lo seguiría.
Pero Miguel no me escuchó y en lugar de eso emitió su aura para presionarme a la sumisión. Lo miré enojada. Estaba feliz de aceptar su declaración de soberanía, ¡pero ahora me arrastraba por el concurrido campus como un objeto!
—¡Suéltame! ¡Suéltame! ¡Suéltame! Miguel, estoy enojada.
Empujé la mano de Miguel y protesté.