—Pero no soy el tipo de chica que dejaría que un hombre me dominara, así que me fui de todos modos. Pero mientras estuve allí mucho tiempo, siempre recibía mensajes de Miguel. Algunos eran sobre asuntos familiares, y a veces él me decía que había encontrado a su compañera y que se había comprometido o algo así. Así que estaba inquieta durante ese tiempo.
Aunque dijo que estaba inquieta, una expresión de felicidad apareció en el rostro de Joanna.
—Más tarde, me di cuenta de que todas eran excusas de Miguel. No existía tal prometida ni compañera. Solo quería que regresara. Por eso estaba un poco confundida cuando escuché que ustedes dos eran compañeros esta mañana. Sin embargo, no debería haber un problema ya que ustedes dos son compañeros dispuestos por la Diosa de la Luna.
Joanna terminó la conversación de manera alegre, todo lo contrario a lo que yo sentía.