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Joanna se rió desde un lado. Su voz era hermosa, pero la melodía no era tan melodiosa.
—Ex amigos. Eso no es cierto, Sasha. Miguel y yo éramos más que amigos.
Sabía que tramaba algo malo, pero ya lo sabía desde anoche. Independientemente de si el objetivo de Joanna era hacerme sentir celos, enojo, perder el control o algo más, no iba a permitir que se saliera con la suya.
Joanna miró a Miguel, quien seguía bebiendo su café, aunque ya casi estaba al fondo.
—Si ustedes dos son compañeros, me gustaría tomar la libertad de preguntar, ¿la Diosa de la Luna los unió, o Miguel te eligió a ti? —la mirada de Joanna volvió hacia mí. Su mirada estaba llena de la cantidad justa de duda, como si expresara una pregunta ordinaria.
Aprieto los dientes. Esta perra era una gran actriz, y todo lo que quería era alcanzar, agarrarla del cabello y estrellarla contra el suelo.