Pasaron varios días desde que el grupo de sobrevivientes había logrado refugiarse a tiempo ante la llegada de una neblina que lo cubría todo a su paso. Aunque contaban con suministros, sabían que no podrían quedarse para siempre en esa cueva. Sin mencionar que los monstruos, tarde o temprano, los localizarían. Si bien la neblina había disminuido un poco, seguía siendo igual de peligrosa debido al miedo de encontrarse con alguna criatura, y además, no había ni un solo rayo de luz solar ni siquiera la oscuridad de la noche que pudiera iluminarlos. Hiro sabía que debían continuar, a pesar de que volverían a estar expuestos a los peligros de la neblina.
Sakeichi, el niño albino, estaba comiendo su manzana junto con Talon e Ian. Los tres niños, curiosamente, habían comenzado a establecer una dinámica social a lo largo de cómo se conocieron. A pesar de sus diferencias en actitudes y comportamientos, sabían que tenían que sobrevivir y encontrar un lugar donde pudieran tener paz.
"Ya me imagino tener una casa hermosa ", dijo Ian, mordiendo otra manzana después de devorar la anterior.
" Yo solo espero no tener que vivir en una cueva " , comentó Talon con desdén, mordiendo su manzana.
"Hmmm... yo solo espero que todos estemos juntos", dijo Sakeichi con un tono prometedor.
"No te preocupes, Sakeichi, vamos a estar todos juntos", respondió Ian, terminando su manzana rápidamente.
" Parece un puerquito ", dijo Talon, mirando cómo Ian devoraba la manzana.
Pero el chico castaño, tranquilo, se puso entre ambos niños.
"Hagamos la promesa de que sobreviviremos " dijo Ian, poniendo su mano en el centro, esperando que todos la tocara.
Sakeichi, sin decir palabra, tocó la mano.
"Lo prometo", dijo Sakeichi.
Talon frunció el ceño, mirando la mano extendida de Ian. Con un suspiro, tocó la mano también.
"Lo prometo", dijo Talon.
Ian se mostró feliz, y justo en ese momento, unos pasos se escucharon. Era la pequeña Estrellita, que, por curiosidad, se acercó y puso su manita sobre la de Ian, como si también quisiera prometerlo.
"Estrellita parece que también lo promete", dijo Sakeichi emocionado, mientras Talon e Ian se miraban entre sí, sorprendidos por el comportamiento extraño de la niña.
Las horas pasaron y el grupo de Hiro se preparó para salir de la cueva y continuar su búsqueda hacia la ciudad devastada, donde buscarían el barco que les permitiría escapar de ese lugar. Stiches y Rei estaban en la retaguardia, mientras los niños se encontraban entre el medio de los adultos. Sakeichi llevaba a Estrellita, que tocaba su rostro con curiosidad, mientras Ian transportaba la caja de manzanas y Talon se mantenía alerta, a pesar de estar protegidos.
Al caminar entre la neblina, el grupo solo veía más neblina a su alrededor, tomando precauciones para no encontrarse con una sorpresa desagradable, como un monstruo. Solo se escuchaban los pasos del grupo y los sonidos naturales del entorno. Sakeichi miraba varios árboles que iban apareciendo entre la niebla, mientras Ian sacaba otra manzana de la caja para comer, y Talon, con la pistola escondida, se mantenía atento.
" No me gusta esto " , dijo Stiches, sujetando su arma robótica.
Rei asintió con la cabeza.
"No tenemos más opción que seguir", dijo Rei, sosteniendo su arco.
Hiro, al frente de todos, observaba los robustos árboles y las flores, sin rastros de monstruos... por ahora.
¡GRIFO!
Todos miraron, sorprendidos, cuando un árbol se desplomó. Rápidamente, sacaron sus armas, preparados para cualquier señal de que un monstruo pudiera aparecer. No sabían si se trataba de un Xerp, un Nerx o un Gusano de Sangre.
"¡Carajó!" , exclamó Stiches, apuntando su arma hacia la densa neblina, que solo dejaba ver el color opaco del blanco.
"¡Mar Maldita!" , murmuró Rei, molesta por la desagradable situación.
Pero algo aún peor sucedió.
Estrella comenzó a llorar.
"Tranquila, tranquila..." , dijo Sakeichi nervioso, intentando calmar a Estrellita, que lloraba desconsolada.
"¡Ay no!", dijo Ian, acercándose rápidamente a Sakeichi para intentar calmar a la niña. Los demás también se unieron para tranquilizarla.
"Es inevitable...", pensó Talon, sabiendo que lo peor estaba por llegar.
Las personas comenzaron a prepararse, mientras que unas pocas, como Rei, intentaban consolar a la niña Estrellita, que seguía llorando. El ambiente se volvió tenso, con el peligro acechando en medio de la neblina. Sakeichi, aún nervioso, trataba de tranquilizar a Estrellita, cuando Ian sacó una manzana y se la acercó. Al ver la fruta, la niña se calmó un poco y comenzó a morderla, lo que la tranquilizó un poco. Sin embargo, sonidos extraños se escuchaban alrededor.
"Está ahí", dijo Stiches, apuntando con su mano robótica hacia el origen del sonido, listo para disparar. Lo que sucedió a continuación dejó a todos desconcertados. No era un monstruo, ni algo peligroso, sino una vaca que había aparecido en la neblina. Todos en el grupo la miraron con extrañeza. Sin embargo, Hiro se percató de algo.
"Estamos cerca", dijo Hiro, acercándose a la vaca, que, ajena a la presencia humana, seguía comiendo el pasto tranquilamente.
"Hiro, ¿quieres decir que ya estamos cerca de la fortaleza abandonada?" preguntó Rei, aliviada de encontrar finalmente un indicio, después de tanta caminata y los ataques de monstruos.
"Aún no del todo, pero si esta vaca está aquí, es porque estamos cerca de la villa de los campesinos", dijo Hiro, mientras la vaca comenzaba a alejarse lentamente.
"¿Qué es la villa de los campesinos?", preguntó Sakeichi, confundido. Fue entonces cuando Stiches comenzó a hablar.
"La villa de los campesinos era un conjunto de pueblos cercanos a la fortaleza. Se encargaban de transportar comida a la fortaleza, ya cambio, la fortaleza les proporcionaba seguridad. El problema es que la situación con los monstruos era tan insostenible que, para mantener la fortaleza en pie, dejaron de enviar soldados para proteger la villa. Eso los dejaron vulnerables. Solo unos pocos campesinos, por su propia voluntad, lograron sobrevivir al refugiarse en la fortaleza, aunque fueron muy pocos. Otros se quedaron en sus casas, en la villa, temiendo ser atacados por los monstruos", explicó Stiches, mientras Hiro asentía y terminaba de dar contexto a la situación.
Talón se quedó en silencio, mirando la vaca alejarse entre la niebla, mientras sus pensamientos daban vueltas en su mente. La mención de la "villa de los campesinos" le había golpeado de una manera extraña. Había algo en esas palabras que le resultaba familiar, algo que no podía identificar con claridad, pero que parecía arraigarse en lo más profundo de su memoria. Se quedó quieto, casi como si el tiempo a su alrededor se hubiera detenido, mientras intentaba desentrañar ese sentimiento que lo invadía.
"Villa de campesinos..." murmuró Talón, sintiendo una punzada en su pecho, como si esas palabras lo atravesaran directamente, despertando algo en lo más profundo de su ser. Algo que no lograba identificar, pero que lo desconcertaba, lo inquietaba.
"¿Pasa algo, Talón?" preguntó Ian, observando con preocupación a su amigo. Notó que Talon parecía absorto, mirando al vacío, como si estuviera perdido en sus propios pensamientos.
"No sé... por qué se me hace tan familiar", murmuró Talon, más para sí mismo que para Ian, su voz un susurro bajo. Parecía que todo a su alrededor dejaba de existir, como si la niebla que los rodeaba también se hubiera infiltrado en su mente, nublando sus pensamientos.
"Eh... ¿Talón?" Ian repitió, ahora más incómodo, al ver la expresión distante en el rostro de Talon. No estaba seguro si estaba hablando con él o si simplemente su amigo estaba atrapado en algún trance, algún recuerdo lejano.
"¿Qué será?" respondió Talon finalmente, volviendo a la realidad con una brusca sacudida. Su mirada se había endurecido, su rostro serio, como si hubiera decidido cerrarse nuevamente a los pensamientos que lo atormentaban. "Nada. Solo estaba... pensando", agregó, sin ofrecer más detalles, y comenzó a caminar hacia adelante, con paso firme, como si ya no quisiera detenerse ni un segundo más en ese mar de incertidumbre.
Ian lo observó un momento, aún desconcertado. "Ok... eso fue raro", murmuró para sí mismo, rascándose la cabeza mientras seguía el paso de Talón. Sabía que su amigo solía ser callado y reservado, pero había algo en esa reacción que lo dejó inquieto. Sin embargo, decidió no presionar más. Talón hablaría cuando estuviera listo.
La niebla espesa volvió a envolverlos, pero ahora, para Talón, no era solo el aire frío y húmedo lo que lo rodeaba, sino la sensación de que algo importante se ocultaba en esa villa de campesinos. Algo que él debía descubrir, aunque temiera lo que pudiera encontrar.
Mientras avanzaban en la espesa niebla, Ian no pudo dejar de pensar en la reacción extraña de Talon. La imagen de su amigo perdido en sus propios pensamientos, como si algo lo hubiera golpeado internamente, no se borraba de su mente. Miró a su alrededor, observando cómo la niebla se deslizaba suavemente entre los árboles, pero no podía quitarse la inquietud de encima. Finalmente, no pudo aguantar más.
"Hey, Sakeichi", dijo Ian en voz baja, acercándose al niño que caminaba junto a él. "¿Te diste cuenta de cómo se comportó Talon cuando mencionó la villa de los campesinos?"
Sakeichi lo miró, frunciendo el ceño. "Sí, fue raro. Se quedó ahí, como si estuviera... perdido en algún lugar. ¿Por qué crees que reaccionó así?"
Ian suspira, cruzando los brazos mientras caminaba. "Eso mismo me pregunto. No sé, algo no encaja. Talon nunca se deja llevar por nada, pero cuando escuchó esa mención, parecía... como si todo eso lo afectara de una manera que ni él entiende."
"Eso es lo que me preocupa", respondió Sakeichi, también con un tono serio. "¿Por qué la villa de los campesinos le causaría ese tipo de reacción? A lo mejor tiene algo que ver con su pasado, algo que no ha querido contar. Pero, si es así, ¿por qué no nos lo ha dicho antes?"
Ian hizo una pausa, pensativo. "Tal vez porque ni él mismo lo sabe. Talon es... como un libro cerrado. No le gusta hablar de cosas que no entiende, y creo que esa villa le trajo recuerdos o sentimientos que ni él puede procesar."
"Pero ¿por qué lo habría olvidado? ¿Si la villa es algo importante para él?" Sakeichi continuó el debate, en voz baja, mirando a su alrededor como si esperara encontrar alguna pista en el aire denso de la niebla. "¿Qué tiene esa villa que le causa tanto conflicto?"
Ian no estaba seguro de cómo responder, pero sabía que algo no estaba bien. "Lo raro es que nunca nos ha contado nada de esa villa o de su pasado. Si tal lugar le es tan familiar, ¿por qué no lo mencionó antes? Algo nos está ocultando."
Sakeichi se acercó pensativo, pero luego hizo una pausa, como si una idea comenzara a formarse en su mente. "¿Y si Talon está relacionado con la villa de alguna forma? Tal vez su familia estaba allí, o incluso… tal vez estuvo ahí antes, cuando las cosas estaban mejor."
Ian miró a su amigo, con los ojos entrecerrados. "Eso tiene sentido... Pero si es así, ¿por qué no lo mencionó cuando hablamos de la fortaleza? Podría haber dicho algo. Algo más que solo estar raro."
"Es posible que haya algo que lo incomode tanto que no quiera ni pensarlo", dijo Sakeichi, mordiéndose el labio. "Como si esa villa fuera una parte de su vida que ya no quiere recordar, o peor, algo que fue arrancado de él. ¿Quién sabe qué pudo haber sucedido allí?"
"Sí, pero sea lo que sea, algo importante ocurrió en ese lugar", insistió Ian. "Y creo que Talon tiene miedo de descubrir lo que es."
El silencio se instaló por un momento, mientras ambos niños pensaban en las palabras que acababan de intercambiar. No era fácil abordar el misterio de Talon, pero no podía ignorarlo. Algo estaba ocurriendo con él, algo que solo se había activado cuando se mencionó la villa de los campesinos. Ahora, más que nunca, Ian sintió la necesidad de entender qué había en el pasado de su amigo, incluso si Talon no estaba dispuesto a compartirlo.
"Lo que sea que sea, tenemos que ayudarle a enfrentarlo. Talon no puede seguir cargando con esto solo", dijo finalmente Sakeichi con determinación.
"Lo sé", respondió Ian con un suspiro. "Lo sé. Pero, por ahora, tendremos que seguir caminando y esperar a ver qué más descubrimos. Tal vez, al llegar a la villa, las respuestas se nos presentan solas."
Los dos niños caminaron en silencio por un rato, cada uno sumido en sus pensamientos, pero ambos sabían que el misterio que rodeaba a Talon y la villa de los campesinos no podía ignorarse mucho más tiempo.
Mientras el grupo seguía avanzando en silencio, caminando con cuidado entre la espesa neblina que los rodeaba, el peso de la incertidumbre se cernía sobre ellos. Cada paso que daban parecía estar impregnado de cautela, como si, en cualquier momento, un monstruo pudiera surgir de la niebla para atacarlos. La tensión estaba en el aire, palpable, pero incluso en medio de esa ansiedad, Talon no podía apartar su mente de la villa de los campesinos.
Esa sensación persistente de que algo en ese lugar le era familiar lo atormentaba. Cada vez que pensaba en esas palabras, en ese nombre, un nudo se formaba en su pecho. ¿Por qué le sonaba tan conocido? ¿Por qué no podía recordar más claramente? Había algo en su interior que le decía que esa villa, ese lugar, tenía una conexión directa con su pasado, con algo que había perdido, con algo que estaba enterrado en los rincones más oscuros de su memoria.
Talon no recordaba cómo había perdido a sus seres queridos. Había sido un golpe tan devastador que su mente parecía haberlo sellado, borrado de su memoria como si no pudiera soportar el dolor de enfrentarlo. Sin embargo, había algo dentro de él, una especie de intuición instintiva, que le decía que todo había ocurrido a causa de los monstruos. Sabía que eran ellos, de alguna manera. El recuerdo estaba ahí, en las sombras de su mente, pero no podía alcanzarlo por completo. Y cada vez que intentaba hacerlo, una sensación de vacío lo envolvía, como si su mente hubiera construido un muro impenetrable para protegerse de lo que realmente había sucedido.
El dolor de esa pérdida lo había marcado profundamente, incluso si no registraba el detalle exacto. Cada vez que pensaba en lo que había pasado, sentía como si una parte de él hubiera sido arrancada, como si una oscuridad había consumido todo lo que alguna vez amó. La sensación de vacío lo seguía a todas partes, un recordatorio constante de que algo en su pasado no estaba bien. Pero la villa de los campesinos… había algo ahí. Tal vez algo relacionado con su familia, con su hogar. Algo que lo haría entender por qué esas palabras, esas historias, lo afectaban tanto.
Caminaba, pero sus pensamientos no lo dejaban en paz. De alguna manera, sentí que si lograba recordar, si alcanzaba ese fragmento perdido de su memoria, finalmente entendería por qué la villa le parecía tan conocida. Tal vez encontraría respuestas sobre lo que le ocurrió a su familia, a sus seres queridos. Tal vez descubriría si aún había algo que quedara de ellos, o si la villa estaba también desmoronada, consumida por los monstruos.
Talon apretó los dientes, frustrado. Si tan solo pudiera recordar. Pero cada vez que intentaba traer a la superficie esos recuerdos, todo se desvanecería, como si estuviera atrapado en un sueño, luchando por despertar. La niebla a su alrededor se volvía más densa, como si el mundo entero estuviera en silencio, esperando a que su mente pudiera alinear las piezas perdidas de su vida.
"No sé si quiero recordar", pensó, con un suspiro apenas audible. "No sé si estoy listo para enfrentar lo que ocurrió… pero algo dentro de mí me dice que debo hacerlo."
Al mirar al frente, Talon vio a sus compañeros seguir adelante, ajenos a su tormento interno. Sakeichi caminaba cerca de Ian, intercambiando algunas palabras en susurros, mientras Rei intentaba consolar a Estrellita, que parecía inquieta. El grupo avanzaba, siempre alerta, pero Talon sintió que algo estaba por cambiar. La villa de los campesinos, ese lugar del que todos hablaban como si fuera solo un recuerdo lejano, estaba más cerca de lo que pensaban. Y a medida que se acercaban, Talon sabía que las respuestas que tanto buscaba, las respuestas sobre su pasado y lo que había perdido, estaban esperando allí.
Pero no podía evitar preguntarse: ¿sería capaz de enfrentarlas? ¿O la oscuridad de su memoria lo consumiría por completo?
Mientras la neblina los envolvía aún más, Talon presionó el paso, como si su impulso interior lo estuviera guiando. La villa estaba cerca. Y, de alguna manera, ese lugar tenía la clave para desbloquear todo lo que él había perdido.
El grupo avanzaba en silencio, el sonido de sus pasos sobre el suelo húmedo siendo el único que rompía el silencio en la espesa neblina que los rodeaba. Cada uno estaba sumido en sus propios pensamientos, la tensión palpable en el aire. Nadie hablaba mucho; las sombras y el ambiente opresivo parecían invitarlos a mantener la calma y la concentración. De vez en cuando, el crujir de una rama quebrada bajo los pies o el susurro de la brisa era lo único que rompía la quietud del lugar.
De repente, a medida que avanzaban, algo cambió. Talon, quien había estado caminando absorto en sus pensamientos, notó una leve alteración en el terreno. Los árboles se separaban un poco, dejando espacio para un sendero de tierra que no había visto antes. Era un camino, pero no cualquiera. Este parecía estar un poco más cuidado, como si alguien lo hubiera usado recientemente, o como si fuera un camino conocido, uno que ya había sido marcado por otros.
Hiro, Stiches y Rei, que estaban al frente, se detuvieron en seco al ver el sendero. Los tres se miraron entre sí, sus rostros reflejando una mezcla de sorpresa y reconocimiento. Hiro fue el primero en hablar.
"Este… este es uno de los caminos que conducen a un sector de la villa de los campesinos", dijo Hiro con voz baja, como si las palabras mismas pudieran traer la realidad de lo que implicaba esa información. El conocimiento de este camino trajo consigo una sensación de ansiedad, pero también de esperanza. El sendero que tenían frente a ellos parecía ser un indicio claro de que la villa estaba cerca.
Rei, al escuchar las palabras de Hiro, frunció el ceño. "¿Estás seguro? ¿Este es el camino? ¿El que va directamente hacia la villa?"
Hiro ascendió con firmeza. "Sí, lo reconozco. Este camino va hacia una de las entradas secundarias que solían usar para transportar provisiones hacia la villa. Recuerdo haberlo recorrido cuando era más joven, antes de que todo comenzara a desmoronarse."
Stiches, que había estado observando en silencio, se acercó su mano robótica al sendero, tocando levemente el suelo. "Es extraño", murmuró, "el camino está despejado, como si alguien lo hubiera limpiado hace poco. Aunque las huellas son viejas, el lugar parece estar esperando a que alguien lo recorra".
"Es un buen indicio", dijo Rei, mirando a Hiro con una mezcla de alivio y cautela. "Si la villa está cerca, podemos estar a punto de encontrar respuestas. Tal vez allí podamos entender lo que sucedió y por qué todo se desmoronó."
Talon, que había estado callado todo el tiempo, observaba el sendero con atención. Algo en su interior comenzó a acelerarse. Ese camino… ¿era el que había visto en sus recuerdos distorsionados? Algo lo llamaba hacia él, como si su corazón supiera algo que su mente aún no lograba comprender. La villa… ese lugar que le había estado rondando en la cabeza durante todo el tiempo. Cada paso que daban hacia el sendero parecía hacer que las piezas del rompecabezas se unieran poco a poco, aunque aún le costaba entender qué lugar ocupaba él en todo esto.
"Vamos, no hay tiempo que perder", dijo Hiro, recuperando la compostura. "Si este es el camino, debemos seguirlo. Pero debemos tener cuidado. La villa ya no es lo que era antes, y nunca sabemos qué tipo de peligro podría estar acechando cerca".
Ian, que había estado observando en silencio, se acercó a Talon, notando la mirada perdida de su amigo. "¿Estás bien?" preguntó con preocupación.
Talon ascendió, pero sus pensamientos seguían siendo un caos. La villa de los campesinos estaba al alcance, y con ella, tal vez, las respuestas sobre su pasado. Pero, al mismo tiempo, no podía deshacerse de la sensación de que algo estaba profundamente roto en ese lugar. Tal vez lo que encontrarían allí no sería lo que esperaban.
"Vamos", dijo Talon, finalmente tomando una decisión. "No importa lo que encontremos, tenemos que continuar. Las respuestas están ahí, en esa villa. Ya no podemos dar marcha atrás".
Y con esas palabras, el grupo comenzó a avanzar por el sendero, cada paso acercándolos más a la villa de los campesinos, pero también acercándolos a los secretos que Talon temía descubrir. La niebla seguía envolviéndolos, como si el mundo entero quisiera ocultar lo que estaba por venir, pero ellos ya no podían retroceder. El destino les había mostrado el camino, y ahora debían recorrerlo hasta el final.
Mientras el grupo avanzaba, inmerso en la niebla espesa que parecía tragarse todo a su alrededor, la atmósfera se volvía más pesada, más ominosa. Cada paso que daban por el sendero resonaba en el silencio, como si el mundo mismo estuviera en pausa, esperando algo. El aire estaba cargado de tensión. Había algo más, algo intangible, que parecía seguirlos.
A medida que el grupo se internaba más en el camino, no se dieron cuenta de que una figura, una silueta humana, los observaba desde las sombras de la neblina densa. Era difícil distinguirlo con claridad, ya que la niebla lo envolvía como una capa, pero su presencia era inconfundible. Los ojos de esa figura brillaban débilmente en la oscuridad. Estaba completamente quieta, observando a los viajeros, pero se mantenía en las sombras, en un lugar donde el grupo nunca miró.
Talon, Ian, Hiro, Stiches y los demás seguían caminando, ajenos a la presencia que los observaba. Sus conversaciones eran bajas, centradas en lo que encontrarían al llegar a la villa, en lo que el futuro les deparaba. Ninguno de ellos prestó atención al cambio sutil en el aire, ni a la figura que los vigilaba con una atención casi predatoria.
La silueta humana permaneció en su puesto, completamente inmóvil, como si supiera que no debía moverse, que debía mantenerse oculta, invisible para el grupo. Quizás no quería hacer ruido, o tal vez simplemente disfrutaba del suspenso, observando cómo el destino se desarrollaba lentamente. Sus ojos nunca dejaban de seguirlos.
Pasaron varios minutos, y mientras la neblina parecía tragarse todo, el grupo continuó su avance, sin darse cuenta de lo cerca que estaban de ser observados. La figura no hacía un solo movimiento; su respiración era casi inexistente, y su presencia apenas se notaba en el aire denso. Parecía como si esa presencia estuviera aguardando un momento clave, algo que desvelara la razón de su vigilancia.
Sin embargo, el grupo no miraba atrás, ni se detenía para observar lo que podía estar a su alrededor. Ellos estaban más enfocados en el futuro, en la villa que tenían al frente, sin saber que algo, o alguien, los estaba vigilando desde la penumbra. La figura humana desapareció entre la niebla, sin que el grupo se percatara de su presencia.
Y así, mientras el grupo caminaba con determinación hacia la villa, el misterio de esa figura continuaba en la penumbra.