Las noches en Seúl siempre eran vibrantes. Los letreros de neón se reflejaban en las ventanas de los rascacielos, proyectando innumerables patrones de luz por toda la ciudad. Entre las luces de los autos y la energía de las calles bulliciosas, se encontraba una vieja hanok en una esquina tranquila, manteniendo su serena presencia. La hanok, enclavada entre edificios modernos, parecía una reliquia de una época pasada, guardando silenciosamente su tranquilidad. Este era el lugar que Kim Dan había frecuentado desde su infancia, un legado dejado por su abuelo.
Kim Dan tenía ahora veintiún años. Era un aspirante a artista de K-pop y compositor, que pasaba cada día creando música y practicando su oficio. Aunque ya había colaborado con algunos artistas conocidos, todavía sentía que algo faltaba, como si hubiera una pieza elusiva que completaría su trabajo. Aunque su música atraía la atención, Kim Dan siempre estaba atormentado por una sensación persistente de incompletitud. Había una melodía misteriosa que resonaba en su mente, pero por más que intentaba, nunca podía capturarla por completo.
Esa noche, Kim Dan se sentó frente al piano que su abuelo le había dejado. El piano, aunque viejo, todavía producía un sonido profundo y cálido. Había sido su único amigo durante la infancia y ahora era su herramienta más importante para la inspiración. Aunque Kim Dan no era pianista, siempre recurría a este piano cuando componía. Su abuelo le había dicho a menudo que este piano era más que un simple instrumento.
Kim Dan suspiró profundamente, colocando sus manos sobre las teclas. El toque frío de las teclas le daba una sensación de consuelo familiar. Comenzó a tocar una melodía de manera natural. Era una pieza que había estado rondando en su mente con más frecuencia últimamente. Pero esa noche, la melodía parecía tener una voluntad propia, guiando los dedos de Kim Dan por las teclas. A medida que las notas se unían, una suave resonancia llenaba la habitación. Kim Dan estaba tan absorto en el piano que, sin darse cuenta, se dejó llevar por la melodía.
No sabía cuánto tiempo había pasado. Gradualmente, Kim Dan comenzó a sentirse cansado. Tocaba con una mano mientras apoyaba la otra en su frente. Sus párpados se volvían pesados y el sonido del piano parecía desvanecerse. Finalmente, se quedó dormido allí mismo, frente al piano.
Fue en ese momento cuando Kim Dan comenzó a soñar.
Se encontró de pie en un bosque desconocido. El ambiente era tranquilo y misterioso, con los árboles susurrando suavemente como si estuvieran vivos. La luz de la luna se filtraba a través de las hojas, bañando el mundo en un resplandor plateado. Este bosque era diferente a cualquier lugar que Kim Dan hubiera visto antes. Sin embargo, extrañamente, no le resultaba ajeno. Era como si hubiera conocido este lugar desde hacía mucho tiempo.
Kim Dan caminó lentamente por el bosque. El suelo bajo sus pies parecía temblar ligeramente con cada paso, como si la tierra misma le diera la bienvenida. El bosque parecía reconocer su presencia. Con cada paso, algo en lo profundo del bosque parecía llamarlo, guiándolo hacia su interior. Sin darse cuenta, Kim Dan siguió ese sonido más adentro del bosque.
Finalmente, llegó ante un enorme árbol antiguo. El árbol parecía haber estado en ese lugar durante cientos de años, con sus raíces extendiéndose profundamente en la tierra. Alrededor del árbol, había viejas piedras grabadas con antiguos patrones. Kim Dan miró hacia el árbol y sintió un torrente de emociones inexplicables brotar desde lo más profundo de su ser. Esas emociones eran como un llamado, algo vinculado a su destino.
Fue entonces cuando notó algo moverse entre las ramas. Algo extendió sus alas y se lanzó al aire. Instintivamente, Kim Dan miró hacia arriba. Un águila gigante estaba volando sobre él. Con un solo y poderoso batir de alas, el águila cortó el aire, girando en círculo sobre la cabeza de Kim Dan. La mirada del águila era penetrante mientras miraba directamente a Kim Dan, como si pudiera ver las profundidades de su alma. En ese momento, Kim Dan se dio cuenta de que este águila no era un ave cualquiera; estaba de alguna manera ligado a él por un vínculo especial.
El águila descendió lentamente hacia Kim Dan, su majestuosa presencia era abrumadora, pero curiosamente no le daba miedo. En lugar de eso, la presencia del águila le daba a Kim Dan una sensación de calma y confianza. El águila aterrizó frente a él, fijando su intensa mirada en sus ojos, como si intentara transmitirle algo profundo.
Entonces, el águila agitó sus enormes alas una vez más. Inmediatamente, una cascada de luz rodeó a Kim Dan, fluyendo como una melodía en el aire. La luz coincidía perfectamente con la misteriosa melodía que había resonado en la mente de Kim Dan pero que nunca había logrado completar. La melodía luminosa danzaba en el aire, intensificándose dentro del corazón de Kim Dan.
Kim Dan supo instintivamente que esa melodía no era simplemente música; tenía un significado más profundo. Era el sonido antiguo vinculado a su destino—"El Sonido de los Cielos." Kim Dan sabía que debía completar esa melodía. Ya había comprendido que esa era su misión.
Pero en ese momento, Kim Dan despertó repentinamente. Estaba de nuevo frente al piano, y el bosque y el águila habían desaparecido. Sin embargo, la habitación aún estaba iluminada por una suave luz. Kim Dan respiró hondo, dándose cuenta de que lo que acababa de experimentar no había sido un sueño cualquiera. La melodía seguía resonando dentro de él, profundamente arraigada en su alma.
Kim Dan miró el piano. Era el legado que su abuelo le había dejado, lo más importante que lo guiaba en su camino como artista. Pero ahora entendía que este piano no era solo un instrumento. Guardaba secretos mucho más grandes de lo que había imaginado. Por primera vez, Kim Dan notó los antiguos patrones grabados en la superficie del piano. Estos patrones insinuaban algo que su abuelo había mencionado en vida—una leyenda.
En silencio, Kim Dan cerró la tapa del piano y salió de la hanok. Las estrellas aún brillaban en el cielo nocturno sobre Seúl, y se podía escuchar el murmullo lejano de la ciudad. Pero en lo más profundo del corazón de Kim Dan, ya comenzaba a sonar una nueva melodía. Era un sonido que lo guiaría al pasado, y al futuro. Su viaje apenas comenzaba, y lo que le esperaba al final de ese camino era un destino que nadie podría prever.