El Futuro Visto a Través de una Grieta
Los cachorros son lindos.
No solo los cachorros —sino cada mamífero bebé. Los gatitos obviamente lo son, pero
incluso los terneros y las ovejas tienen su encanto. Las mujeres por naturaleza chillan y corren
para acariciar la suavecita cabeza de un cachorro. Hay excepciones, pero la mayor parte de
los bebés automáticamente inspiran instintos protectores.
Los adultos no pueden resistirse a los infantes. Por ejemplo, digamos que un cachorrito
yace abandonado dentro de una caja de cartón, tiritando a causa de la lluvia, y una mujer
adulta pasa por ahí. Digamos que ella estaba cansada a causa de su trabajo y buscaba algo
para relajar su alma. Afortunadamente para ella, su departamento admite mascotas, así que
la mujer termina llevándose al cachorro a casa para darle un baño caliente. Ella limpió
cariñosamente a la criatura con una toalla suave y secó su pelo, dejándolo limpio y suave.
Ella le sirvió leche tibia y lo vio quedarse dormido, por fin siendo capaz de relajarse. La
mujer quedó muy satisfecha al hacer eso. Su corazón se sentía cálido y en paz.
Debo destacar que, a través de todo eso, el cachorro no hizo absolutamente nada. Su sola
ternura animó a la mujer. ¿Ven? El solo tener algo joven era lo suficientemente bueno —no
tenía que hacer nada. Esa era una situación donde todos los involucrados salían ganando.
Por supuesto, había desventajas para los adultos. Por ejemplo, los niños eran
increíblemente estúpidos y propensos a cometer errores. Los adultos tenían que limpiar sus
traseros y regañarlos. También tenían que hacerse cargo de la falta de conocimiento o
experiencia enseñándoles lo que podían y no podían hacer. Después de todo, en ese punto,
ellos no podían hacer mucho más.
Mientras tanto, los adultos no tenían forma de saber lo que estaban pensando los niños.
Incluso si un niño hacía algo malo a propósito, los adultos no tenían idea. El perdón llenaba
el vacío de la ignorancia en sus corazones. Si un niño adorable era una basura en el fondo de
su corazón, los adultos se encogerían de hombros como si solo fuera la picardía de la
juventud. Ellos estaban obligados a perdonar.
En fin, de seguro era genial ver a Roxy mientras se baña.
Ella poseía unas extremidades inmaduras, como las de una estudiante de secundaria. Su
piel pálida encajaba bien con su cabello azul mojado. Ya que ella estaba de espaldas, sus
características más importantes estaban seductoramente fuera de vista, pero eso solo lo hacía
mucho más atractivo.
¡Miren! Su cabello mojado estaba pegado a su espalda y sus pequeñas e infantiles nalgas.
Esos rasgos mundanos brillaban con incluso más fuerza sin más partes privadas
eclipsándolos.
Aah. Debo decir que es un balance exquisito. Mis ojos estaban pegados a esas curvas.
Solo encontrabas esas proporciones en una chica de su edad. Ciertamente eran una pieza de
arte. Un regalo de Dios.
Veamos, ¿dónde se está lavando? Ah, ¿debajo de sus axilas? Ya veo, ya veo. Bueno,
¿ahora dónde? Sus codos, ¿eh? Eso tenía sentido —¡es muy fácil que la suciedad se pegue
a tus articulaciones!
Ah. Ella levantó su codo, doblando su cuerpo. Si Roxy se doblaba solo un poco más,
podría ver…
"¿Mm? ¿Hay alguien ahí?
¡Mierda!
Bueno… Incluso si los niños se salían con la suya en muchas cosas, ningún niño quería
ser el objetivo de alguien enojado. Eso no solo aplicaba a los niños; estaba muy seguro de
que a nadie le gustaba recibir gritos o que lo culpen de algo. Siempre era malo, sin importar
tu edad. Cuando sentías que la ira venía en tu dirección, era natural buscar una ruta de escape.
Había excepciones, pero la mayor parte de las personas querían evitar ser regañadas, incluso
si habían hecho algo malo de forma intencional.
Esos eran mis pensamientos mientras escapaba a través de la puerta de la habitación
donde Roxy se estaba bañando.