Una vez, cuando tenía trece años, tuve el impulso de escribir un libro, pero era demasiado iluso e inocente como para comprender lo complejo que es escribir un libro. Aun así, no me desmotivé y pude tener la osadía de escribir lo que consideré un poema, inspirado de uno de mis libros favoritos. Las ventajas de ser invisible.
Ese poema es nada más y nada menos que Hojas caídas, que se convirtió en un escrito de apenas una página en el que relataba la trágica historia de Verónica y Freddy, mientras que nuestros protagonistas hacían lo posible por salvarla. Cabe destacar que el punto principal de esta historia es el sufrimiento de Verónica, y para este punto de la trama, me he inspirado en un suceso que yo mismo llegué a mirar.
Si bien Verónica es una superviviente, no fue el caso para la chica de quien me inspiré para crear a este maravilloso personaje. De hecho, ni siquiera conocí a esa chica, y menos con las deficiencias sociales que siempre he tenido. Pero supongo que más allá de concientizar con el mensaje de Verónica, esta historia sirve de homenaje para esa chica.
Lo que rodea entonces a la historia de Verónica, es la trama de Axel y Miranda, y para ello tomé muchísimos rasgos de mi vida personal, así como también de historias ajenas que he podido escuchar.
Dicho esto, espero que les haya gustado y procedo con algo que no puede pasar por debajo de la mesa: los agradecimientos.
En primer lugar, este libro jamás hubiese sido publicado si no fuese por la iniciativa de Camilla Fava y Karina Pérez, dos mujeres maravillosas que, más allá de leer, revisar y corregir el libro, me dieron la confianza de publicarlo y compartirlo con todos aquellos que, al igual que yo, aman la lectura. A ellas, un millón de gracias.
Ahora, a las personas más importantes de mi vida, a quienes les debo todo, sé que no bastan las palabras para demostrar la gratitud que siento por el apoyo que me han brindado desde el momento en que descubrí mi amor por la escritura. Así que, muchísimas gracias papá, muchísimas gracias mamá, y muchísimas gracias hermanita.
Hojas caídas culmina con una especie de final abierto, como si se pudiese ahondar en un punto de vista para Verónica y también una historia propia para la recién nacida Anastasia, pero no lo haré porque estoy satisfecho con lo transmitido en esta novela.
No hay más para Hojas caídas, y el final, a mi parecer, nos muestra un reflejo de lo que es la vida real: pasar la página, superar obstáculos, luchar por la felicidad y amar a nuestros seres queridos.
¡Muchas gracias por leer esta historia!
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