—Pequeño Guangtou veía a Li Jingming como un demonio que podía matar sin pestañear, y Rong Shengsheng, ¡ella realmente tenía algunos nervios!
—Rong Shengsheng se frotó las sienes y no sintió que hiciera algo malo. Había sido humillada; ¿cómo podía simplemente quedarse aquí sin hacer nada?
—¡Ciertamente no podía!
—¡Si ustedes dos no se van de aquí de inmediato, haré que alguien los saque! —amenazó Rong Shengsheng.
—Li Jingming, con la lengua presionada contra su mejilla, sonrió fríamente, sus ojos revelando un rastro de intención asesina. No tomaba en serio a una mujer como Rong Shengsheng y entró con arrogancia.
—Al ver esto, Rong Shengsheng rápidamente pidió ayuda.
—Li Jingming llegó al salón, con las manos en los bolsillos, gritando como si estuviera en casa —¡Primo!.
—¿Primo? ¿Dónde demonios has estado? No nos hemos visto durante tantos años, y ahora que he vuelto, ¡ni siquiera estás aquí para saludarme! ¡Eso realmente no está bien! —gritó.
