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Zhu Peipei ya había pensado en un plan perfecto, por lo que no estaba demasiado asustada. Dio una sonrisa tenue, asintió y admitió —Mamá, en efecto fui yo quien le dijo que no secase completamente el agua. Solo sentía pena por ella y no quería que trabajara demasiado. No esperaba que te cayeras, es mi culpa.
Ai Weixi sonrió —Peipei, ¿realmente crees que me tragaría una excusa tan pobre? Las escaleras estaban mojadas, lo que obviamente podría causar que alguien se resbalara y cayera. Dices que te compadeces de la empleada, pero has estado viviendo aquí tantos días y las empleadas limpian todos los días. Nunca te oí expresar ninguna preocupación por ellas.
En ese momento, Zhu Peipei comenzó a perder la compostura; nerviosamente cerró los puños, su rostro regordete lleno de pánico —Mamá, yo...
—Parece que tenías la intención de hacerle daño a alguien...
—Mamá, no... ¡Realmente no!