Tong Yiyue todavía venía a visitar a Li Jinghong y Zhu Miaoyue como antes, cargando bolsas de varios tamaños. Al entrar, su sonrisa era brillante y radiante, y su rostro puro y adorable hacía pensar a todos que era una niña inocente.
—¡Tío, tía, aquí estoy de nuevo! —Li Jinghong y Zhu Miaoyue estaban justo preparándose para salir, habiéndose cambiado su ropa y zapatos.
La repentina visita de Tong Yiyue los puso en una situación difícil.
No obstante, Zhu Miaoyue todavía dijo con cortesía y gentileza:
—Xiaoyue, eres tan considerada, haciendo tiempo para visitarnos cada semana. Es solo que hoy, pasó algo grande en casa, y tu tío y yo debemos ir al hospital, y luego también buscar a los dos niños.
Al oír esto, Tong Yiyue parpadeó, su frente se frunció con preocupación:
—¿Qué le pasó al Hermano Yan?
Li Jinghong resopló fríamente: