Las pupilas de Li Hanxian temblaban de shock.
No había sido fácil para él finalmente estar con Rong Shengsheng, y si la dejaba ir...
¡Probablemente perdería a Rong Shengsheng para siempre!
No podía soportar esta consecuencia.
Pero tampoco podía soportar la vida de los niños...
Justo entonces, Rong Shengsheng empujó la puerta y entró, ajena a lo que había ocurrido, parpadeando confundida y dijo suavemente —Señorita Tong, estás aquí.
Tong Yiyue rápidamente reorganizó su expresión, sonriendo inocentemente y dijo con alegría —Sí, escuché que el Hermano Yan se había herido otra vez, me preocupé mucho por él, así que vine a verlo.
—Así que por eso.
En el pasado, en momentos como este, Rong Shengsheng habría tomado la iniciativa de irse, dándole espacio a Li Hanxian y a Tong Yiyue.
Pero ya no, ella tomó asiento en silencio.