Temprano en la mañana, Liu Yanzhou se arregló, se paró frente al espejo y se dio una buena mirada antes de ponerse unas gafas de sol y decirse a sí mismo:
—¡Realmente soy mortíferamente guapo!
Condujo su llamativo auto deportivo al restaurante que habían acordado.
Tong Yiyue ya llevaba un rato tomando café allí.
Miró alrededor pero no vio a ninguna otra mujer:
—Xiaoyue, ¿no dijiste que me presentarías a una mujer? ¿Por qué no ha llegado? ¿Espera que yo la espere?
Ante esto, Tong Yiyue frunció el ceño:
—Acabo de llamarla, pero no pude comunicarme. Creo que he sido bloqueado.
—¿Te bloquearon? ¿Qué quiere decir con eso? ¿Me menosprecia? ¡Ni siquiera me ha visto todavía! ¿Y ya no está interesada en mí?
—Tampoco estoy seguro.
—¿No dijiste que ya tiene dos hijos? Ya ha perdido valor, ¿y aún se atreve a ponerse exigente? Xiaoyue, aunque soy tu primo, pedirme que me case con este tipo de mujer seguramente me incomodará en el futuro. Olvídalo, olvídalo.
Liu Yanzhou movió la mano:
