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—Terminaron su comida y se fueron, ¿qué pasa? —dijo él.
—Llámalo, haz que todos vuelvan aquí.
—¿Estás loco? ¿Debería llamar a una ambulancia para ti, llevarte al hospital para un chequeo? —La boca de Rong Shengsheng se torció.
Li Hanxian apretó los puños. En este momento, su paciencia había alcanzado su límite; esta mujer realmente lo provocaba una y otra vez.
—¿No tienes miedo de morir?
Tomó una respiración profunda. Parecía que Rong Shengsheng no planeaba decirle dónde estaban los niños. Ya que ese era el caso, era una pérdida de tiempo quedarse aquí. Sería mejor irse y después encontrar personas para vigilar a Rong Shengsheng todo el tiempo.
Se volteó, abrió la puerta para irse.
—No dejes que la puerta te golpee al salir, Presidente Li —Rong Shengsheng se rió y saludó efusivamente.
Li Hanxian hizo una pausa, luego advirtió fríamente:
—Más te vale que no te atrape llevándote a los niños, o acabarás muerta.
