Rong Shengsheng estaba aterrorizada cuando escuchó esta frase, agarrando su teléfono fuertemente, su expresión frenética. ¿No significaba eso que la familia Li la encontraría muy pronto?
Tomó una respiración profunda, miró el mar sin límites fuera de la ventana y, sin decir otra palabra, arrojó su teléfono al mar. Con un chapoteo, el teléfono se hundió en el mar.
—Mami, ¿por qué tiraste tu teléfono? —Miaomiao estaba junto a la ventana.
—El teléfono está roto, Mami está pensando en comprar uno nuevo.
—No te preocupes, ustedes duerman primero. Cuando despierten, estaremos en nuestro destino. —Rong Shengsheng le dio unas palmaditas a Miaomiao en la cabeza.
—Entonces Mami, cuéntame una historia para dormirme a mí y a mi hermano. —Miaomiao asintió obedientemente.
—Mami está muy cansada hoy, deja que hermano te cuente en su lugar. —Qinqin tomó la pequeña mano de Miaomiao.
—¡Está bien!
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