Los ojos de Miaomiao eran inocentes; no tenía idea de lo que había ocurrido. En su mente, Lan Xiyu seguía siendo ese hermano tan gentil, cuya sonrisa era tan cálida como la brisa de primavera.
Rong Shengsheng suspiró profundamente, sus ojos llenos de complejidad. —Si Mami no regresa esta noche, hermano estará en peligro. No querrías que hermano tuviera problemas, ¿verdad? —Miaomiao asintió como un polluelo picoteando, pero no pudo evitar estallar en llanto. —Extraño tanto a hermano.
En ese momento, Li Hanxian, quien había estado de guardia fuera de la puerta, también la abrió. No había perturbado el tiempo a solas de Miaomiao y Rong Shengsheng.
—Ya es hora, Shengsheng, deberíamos irnos —Rong Shengsheng asintió, su mirada se demoró en Miaomiao con reticencia. Cuánto deseaba quedarse con Miaomiao, dormir juntas, contar historias, comer y jugar juntas felices. Pero no podía... Sin embargo, creía que esos días se harían realidad muy pronto.
Con lágrimas en los ojos, se giró y se fue.
