Para cuando Yan Ling fue a la base de entrenamiento a recoger a Yuan Bao, ya eran las ocho de la noche.
El Entrenador Huangfeng se mostró algo descontento al verla recogerlo tan tarde.
—¿Qué clase de madre eres? ¿Cómo puedes ser tan negligente con tu propio hijo? Si los hijos de estos padres pudieran participar en un campeonato, desearían acompañar a sus hijos las veinticuatro horas del día. En cuanto a ti, no solo no haces eso, sino que también esperas hasta la hora de la cena para recogerlo. Si yo no lo hubiera llevado a cenar antes, me pregunto cuán hambriento estaría... —reprendió.
Frente a la furiosa reprimenda del Entrenador Huangfeng, Yan Ling inclinó la cabeza en silencio como una estudiante obediente.
Ella estaba de hecho en falta en este asunto. Debería haber recogido a Yuan Bao después de la competencia, pero se había ido temporalmente a ver la condición del Hermano Liu Yue y había perdido completamente la noción del tiempo.
