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—Yan Ling estaba rodeada por una multitud, adulándola como estrellas alrededor de la luna —yacía desapercibido el Coronel Daimoto—. El marcado contraste hacía la escena aún más lamentable para el Coronel Daimoto.
—El secuaz del Coronel Daimoto solo podía hervir de ira en silencio.
—Sabía que esta mujer, Yan Ling, no era alguien con quien se pudiera jugar.
—Ella no dejaba pasar a nadie que la ofendiera.
—¡No solo eso, sino que también se vengaba de inmediato y con creces!
—Tú, mujer torcida y sin vergüenza —dijo el secuaz—. ¡Solo espera! Cuando le cuente al señor Ono sobre esto, ¡serás enviada directo al infierno!"
—Tras pronunciar su amenaza con los dientes apretados, el secuaz intentó escoltar al Coronel Daimoto fuera.
—Pero, justo cuando llegaron a la salida del área de inicio, dos hombres imponentes bloquearon su camino
—Una sonrisa fría y cruel se dibujaba en la esquina de la boca de Gao Chong —dijo—, "¿Crees que puedes cruzarte con nuestra dama y salir indemne?"