Para no perder el encuentro, el Coronel Daimoto no tenía más opción que recurrir a su arma definitiva.
El polvo en su mano era sumamente potente, cualquier persona que entrase en contacto con él perdería toda racionalidad y cometería actos de extrema locura.
Y este fármaco era aún más aterrador cuando entraba en contacto con una mujer...
Pensando en la mujer desvergonzada frente a él y su inminente trágico final, una sonrisa apareció en su rostro incontrolablemente.
Pero tan pronto como su sonrisa apareció, se congeló al segundo siguiente.
Porque, por alguna razón, el polvo que originalmente estaba dirigido a Yan Ling fue soplado de vuelta hacia él por una ráfaga de viento.
Todo sucedió tan rápido, no tuvo tiempo de reaccionar, solo pudo ver cómo el polvo se dirigía a su cara, a su cuerpo.
El Coronel Daimoto intentó instintivamente esquivar, pero no había dónde esconderse en el amplio escenario de competencia.