Cuando Yan Ling y Yuan Bao volvieron a casa juntos, al otro lado del océano, en una villa elegante, un hombre miraba silenciosamente la pantalla apagada de su teléfono.
Sintiendo el frío que calaba los huesos, el Asistente Jin se quedó de pie a su lado, temblando.
Habían pasado más de tres horas, ¿pero por qué la Señora no había respondido a su mensaje?
¡Si esto continuaba, él se congelaría convirtiéndose en una escultura de hielo!
Ding Dong.
En el momento que sonó la notificación de texto, el Asistente Jin miró de inmediato al hombre a su lado con emoción.
¡Tenía que ser el mensaje de la Señora!
—El Señor Qi debería estar más feliz ahora, ¿no es así?
—El Asistente Jin miró cautelosamente a su JEFE, solo para descubrir que el rostro de su JEFE se había vuelto aún más sombrío!!
—¿Qué estaba pasando?
—¿Podría ser que el mensaje de texto no fuera de la Señora?
Pero incluso si no lo había enviado la Señora, el Señor Qi no debería estar tan enojado.
