Tarde en la noche, las luces aún brillaban intensamente en la antigua casa de los Qi.
Había pasado una hora, y todavía no había noticias del bisnieto perdido.
El Viejo Maestro Qi se estaba inquietando.
Estaba considerando si llamar a su hijo, nuera y nieto, para contarles sobre la desaparición del bisnieto.
Justo entonces, un sirviente irrumpió.
—Maestro, Joven Maestro Momo, Joven Maestro Momo, él…
—¿Qué le pasó?
Al escuchar que se trataba de su bisnieto, el Viejo Maestro Qi ya estaba muy ansioso, así que cuando el sirviente no dio una explicación clara, se preocupó aún más.
El sirviente tartamudeaba.
¿Podría haberle pasado algo a Momo?
Pensando que su bisnieto podría estar en peligro, el Viejo Maestro Qi ya no pudo quedarse sentado.
Se levantó y marchó hacia afuera.
El sirviente observó cómo el Viejo Maestro Qi salía apresuradamente y recuperó sus emociones, murmurando, «En realidad, quería decir, ¡han encontrado al joven Maestro Momo!»
