La suave brisa acariciaba su rostro en las afueras de la ciudad por la noche.
Bajo la iluminación de las luces del coche, el rostro ensangrentado de la chica no la hacía parecer desaliñada. En cambio, le añadía una belleza conmovedora.
La mirada de Qi Yunjue cayó sobre el rostro de la chica. Aunque no bajó el arma en su mano, la intención asesina que emanaba de él disminuía considerablemente.
Yan Ling sintió que algo andaba mal con él en ese momento.
El hombre desprendía un aura peligrosa y feroz, como la de una bestia salvaje.
Su mirada vacía y su intención sedienta de sangre la hacían temblar de miedo.
Pero por mucho miedo que tuviera, no retrocedió.
—Qi Yunjue, me duele la cabeza... —Las largas pestañas de la chica temblaron ligeramente, su voz cautelosa.
Al encontrarse con la mirada asustada de la chica, Qi Yunjue sintió como si le arrojaran un cubo de agua fría en la cabeza, volviéndolo sobrio de inmediato.