Cuatro meses después
En la casa de Julián, en la habitación donde Anastasia había estado recibiendo tratamiento durante los últimos cuatro meses, el monitor cardíaco de repente comenzó a sonar más fuerte. Sin embargo, no había nadie para revisarlo.
Los ojos de Anastasia de repente se abrieron y ella jadeó fuertemente como si se hubiera estado ahogando en una piscina de agua, con el oxígeno restringido.
Sus pálidos ojos azules se fijaron en el techo, una nube de confusión se instaló sobre ella mientras luchaba por entender su entorno. Tomó respiraciones profundas y desiguales, su pecho subía y bajaba como si su vida dependiera de cada inhalación.
Durante varios minutos, yacía completamente inmóvil, su cuerpo se negaba a responder mientras los recuerdos fragmentados comenzaban a inundarla: la fábrica, la escalofriante sonrisa de Avery, la desesperada huida. Todo le golpeó de una vez, como una tormenta de la que no podía escapar.