De repente, vio el mismo coche del que la habían bajado el primer día. Sacaron a rastras a dos chicas y, cuando los ojos azules de Anastasia cayeron sobre esos mismos oscuros y vacíos, un escalofrío le recorrió la espina dorsal.
A Avery la sacaron a rastras los secuaces de Samantha, junto con Eve. Su aparición en la fábrica tomó a Anastasia por sorpresa; no sabía ni cómo reaccionar al verlas, especialmente a Avery.
Había pensado que al dejar la casa finalmente estaría libre de las enfermizas demostraciones de locura de Avery, pero la vida tenía otros planes. Parecía que no importaba a dónde fuera, la sombra de Avery se cernía, un constante recordatorio de que la libertad aún estaba fuera de su alcance.
Si las habían llevado a la fábrica, solo significaba que también iban a ser madres de alquiler.
Anastasia no podía imaginarse a Avery embarazada y luciendo normal. Estaba segura de que la chica se apuñalaría el propio estómago si no la vigilaban.