—Sí, lo estaba. ¿Y por qué debería borrarlos? —Selene cuestionó—. Te dije antes que seré yo quien termine este juego que tú empezaste. Ni siquiera he hecho mucho y ¿ya te estás quejando?
—¡¡SELENE JONES!!
—¿Puedes dejar de aullar como un perro por una vez en tu vida? —Selene respondió bruscamente, su molestia era palpable—. ¿Llamaste por la publicación? Bueno, nunca será eliminada, justo como la tuya no será. ¿Hay algo más de lo que quieras hablar? —preguntó, ya cansada de hablar con ella.
Mientras tanto, el rostro de Michelle ya se había puesto rojo tanto de ira como de vergüenza. La cantidad de comentarios de odio que estaba recibiendo la estaba volviendo loca.
Secándose las lágrimas que le corrían por los ojos, entreabrió los labios para preguntar.
—¿Eres Anastasia?
—¿Por qué lo crees? —respondió Selene a su vez, en alerta máxima.