—Tienes suerte de no tener que hacer nada durante los próximos días hasta que consigamos un cliente cuyo hijo vas a llevar —dijo Samantha.
—Ella giró sobre sus talones para irse, pero Anastasia la detuvo. —Espera —y se detuvo. —Samantha —Anastasia la llamó con mucha dulzura—. ¿Por favor, puedes dejarme ir?
—Samantha no podía creer lo que estaba escuchando. Pensó que Anastasia tal vez había dejado escapar sus palabras por error, así que no reaccionó mucho. En cambio, continuó mirando a Anastasia con una expresión insondable.
—¿Eres una mujer también? ¿Estás contenta con lo que estás viendo? —Anastasia continuó, demostrando que sus palabras no habían sido un desliz anterior.
—Esta podría ser la última forma en que Anastasia pensó que llegaría a tocar el corazón de Samantha, eso si es que aún tenía uno. Esta era la misma mujer que había ordenado a varios hombres que se divirtieran con ella como quisieran después de todo.