—Debería haber sabido que intentarías llevarte a Arabella de mí. Al fin y al cabo, eres Xavier Wallace, el hijo de tu padre —escupió.
—¿Puedes oírte siquiera? —preguntó Xavier—. Hablas como un maníaco. Arabella casi se cae y todo lo que hice fue atraparla.
—Claro, ¿y esperas que me crea eso?
Arabella no podía creer lo que estaba sucediendo.
Antes, Xavier había visitado el salón donde ella trabajaba, preguntando si Xander se había puesto en contacto con ella, una pregunta que se quedó rondando en su mente, dejándola inquieta. Eventualmente se enteró de que el Señor Wallace había echado a Xander. Ahora, mientras fregaba el suelo, preparándose para cerrar por la noche, apenas notaba los charcos que se formaban debajo de ella.
