—Voy a estudiar —dijo Nathan, empujando su silla hacia atrás se levantó y se fue sin decir otra palabra.
—¿Ves en lo que has convertido a esta familia? —cuestionó la señora Pérez a Theodore con una evidente mueca en su rostro—. El niño ya no habla mucho. Siempre es estudiar y estudiar. Está intentando ocupar su mente para no pensar en lo que nos está pasando.
—¿No es algo bueno que esté enfocado en sus estudios? —replicó Theodore.
—Es increíble. Ni siquiera pareces arrepentido de lo que hiciste —escupió la señora Pérez, con la furia evidente ahora en su rostro.
Por irritación, Theodore soltó su tenedor, que hizo un sonido fuerte al chocar en el comedor.
—Eso fue hace muchos meses. Y Michelle huyó o desapareció. Ni siquiera sabemos qué le pasó. Necesitas dejarlo ir —dijo él, encogiéndose de hombros como si engañar a su esposa no fuera gran cosa, lo que solo alimentó la ira de su esposa.
—¡Tienes algún descaro para pedir perdón. Por el amor de Dios, embarazaste a esa zorra!