—No me sorprende que hayas dicho algo tan estúpido, Derek. Pero tienes razón, debería darte un regalo, y tengo el mejor tipo de regalo que te gustaría —respondió ella con una sonrisa burlona en los labios.
Sin dudarlo, Allison sacó el spray de pimienta e intentó rociarlo en la cara de Derek. Sin embargo, parecía que el pelirrojo ya había descubierto sus intenciones y sujetó su mano en su lugar, escapando por poco del contenido tóxico del recipiente.
Allison siseó entre dientes cuando se dio cuenta de que había fallado por poco.
—¡ARGHH! —Derek gritó de dolor, mientras luchaba consigo mismo— extendiendo sus manos hacia adelante en busca de Allison, quien se alejaba unos pasos de él—. ¡Te atreviste a rociarme con spray de pimienta! Solo espera hasta que te encuentre, te arrancaré la cabeza del cuello —amenazó, y el corazón de Allison se hundió en su estómago.