Diego estaba tan absorto en sus pensamientos sobre las posibilidades que le ofrecía su nuevo sistema que no se dio cuenta de la lechuza que se acercaba volando. El suave aleteo de sus alas lo sacó de su ensueño, y al mirar hacia arriba, vio a la majestuosa ave posarse en el alféizar de la ventana.
La lechuza, con plumas marrones y ojos brillantes, sostenía en sus patas una carta enrollada con un sello de cera que llevaba el emblema de Hogwarts. Diego sintió una oleada de emoción recorrerlo. Era el 20 de septiembre de 1990, y hoy cumplía 11 años. Este era un momento que había estado esperando desde que llegó a este mundo.
Con manos temblorosas, se acercó a la ventana y tomó la carta. La lechuza lo miró fijamente, como si supiera lo importante que era este mensaje. Diego desató el cordel que mantenía la carta enrollada y comenzó a leer:
Hogwarts School of Witchcraft and Wizardry
20 de septiembre de 1990
Estimado Sr. Brando Black,
Nos complace informarle que ha sido aceptado en Hogwarts School of Witchcraft and Wizardry. Su educación mágica comenzará el 1 de septiembre de 1991.
Aqui una lista de los materiales necesarios para su primer año.
Le rogamos que confirme su asistencia antes del 30 de septiembre.
Atentamente,
Minerva McGonagall
Subdirectora
Diego sintió una mezcla de alegría y nerviosismo al leer la carta. ¡Era oficial! Iba a asistir a Hogwarts, un lugar donde podría aprender magia y explorar todo lo relacionado con su herencia mágica. La idea de estar rodeado de otros jóvenes magos y brujas lo llenaba de entusiasmo.
Mientras revisaba la carta nuevamente, notó que también había un documento adicional con la lista de materiales necesarios: libros, varitas, ingredientes para pociones y mas.
"¡munchos..gastos!", exclamó Diego mientras suspiraba ampliamente. Sabía que debía prepararse para su nueva vida en Hogwarts, pero también quería asegurarse de aprovechar al máximo sus habilidades únicas en este mundo y lamentablemente su presupuesto era corto.
Mirando a la lechuza, decidió ofrecerle algo como agradecimiento por entregar la carta. "¿Te gustaría un poco de comida?", preguntó mientras buscaba algo para ofrecerle. La lechuza asintió con la cabeza, como si entendiera perfectamente.
Después de darle un pequeño bocadillo, Diego se sentó en su escritorio y comenzó a planear cómo organizaría su tiempo antes del inicio del curso. Quería explorar más sobre sus habilidades mágicas y cómo podrían complementarse con su stand.
"Primero lo primero", pensó mientras miraba la lista de materiales. "Necesito conseguir dinero para todo esto". Con determinación renovada, comenzó a hacer planes para visitar Diagon Alley y adquirir todo lo necesario para conseguir dinero.
Diego se sumergió en el sistema, explorando cada rincón de las opciones que se le presentaban. La idea de tener un inventario era emocionante; podía guardar la flecha de stand sin preocuparse por perderla o que cayera en manos equivocadas. "No quiero imaginar el pandemonium que podría desatarse si los magos obtienen stands", pensó, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda al imaginar a los magos de Hogwarts con poderes similares a los de los JoJo.
Con un toque en la pantalla, accedió a su Inventario. Allí encontró la flecha de stand, brillando con una luz dorada. También había espacio para otros objetos y materiales que pudiera encontrar. Diego sonrió al pensar en todas las posibilidades: artefactos mágicos, ingredientes raros y tal vez incluso algunos objetos relacionados con sus habilidades como domador de bestias.
Luego revisó las Estadísticas nuevamente. Cada número representaba su potencial y lo motivaba a mejorar. Sabía que debía entrenar y aprender para maximizar sus habilidades y convertirse en un verdadero jugador formidable.
A continuación, exploró la Tienda Gacha. La idea de obtener objetos aleatorios a través de esta mecánica lo emocionaba. Podría conseguir desde armas poderosas hasta artefactos mágicos únicos. "Esto es como un juego de rol llevado a otro nivel", pensó mientras imaginaba lo que podría obtener.
La Lotería Semanal también llamó su atención. Era otra oportunidad para ganar recompensas valiosas, algo que definitivamente quería aprovechar. Diego se preguntó qué tipo de premios podrían estar disponibles y cómo podría usar esos recursos para fortalecer su posición en este nuevo mundo.
Al revisar la Tienda Normal, notó que había una variedad de artículos disponibles: pociones, libros de hechizos, materiales para crear objetos mágicos y más. Todo parecía estar diseñado para ayudarlo en su viaje.
La Tienda de Puntos era otra opción intrigante. Podría canjear puntos acumulados por artículos especiales o mejoras, lo cual sería crucial para avanzar rápidamente en sus habilidades.
Finalmente, descubrió una versión del Hub, similar al sistema del juego "ARK: Survival Evolved". Este lugar serviría como un punto central donde podría acceder a diferentes áreas del mundo y recibir misiones o desafíos adicionales.
"Esto es increíble", murmuró Diego mientras contemplaba todas las opciones disponibles ante él. Tenía tanto por explorar y aprender; cada decisión contaría en su camino hacia el poder.
Con una sonrisa, decidió que era hora de comenzar. Primero, guardaría la flecha en su inventario para asegurarse de tenerla a mano cuando estuviera listo para descubrir el potencial de su stand. Luego se dirigiría a Hogwarts, donde podría aprender magia y hacer nuevos amigos (o enemigos) mientras exploraba este fascinante mundo lleno de posibilidades infinitas.
"¡O LOS JODERE A TODS!", exclamó Diego mientras cerraba el menú del sistema y se preparaba para dar el primer paso hacia su nueva vida.
Tras tomar una ducha fría, Diego se sintió un poco más despejado. Miró el reloj que marcaba las 13:22 y decidió que era hora de salir. Su objetivo era Diagon Alley, y en particular, Gringotts. Esperaba que su madre le hubiera dejado algo de dinero para poder comprar los materiales necesarios para Hogwarts y agradece tener la carta que le dio su madre.
Al llegar al Callejón Diagon, la atmósfera vibrante lo envolvió. Las tiendas estaban llenas de vida, con magos y brujas de todas las edades comprando y charlando animadamente. Sin embargo, Diego tenía un propósito claro en mente. Se dirigió a la imponente entrada de Gringotts, donde los goblins custodiaban el lugar con miradas agudas.
Al entrar, fue recibido por un goblin con una expresión desanimada que reconosia por las visitas de su madre al banco. Diego lo saludó respetuoso y le entregó la carta que había traído consigo. El goblin leyó el contenido y su rostro cambió sutilmente; la tristeza reemplazó su desdén habitual.
"Lamento mucho el fallecimiento de su madre señor brando", dijo el goblin con voz grave. "Era uno de los pocos clientes amables y corteses que tuve la fortuna de atender."
Diego sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. La pérdida de su madre aún pesaba sobre él, pero sabía que debía seguir adelante por ella.
"Siguiendo las instrucciones de su carta", continuó el goblin, "le llevaré a la sala de herencia mágica. Allí necesitaremos una muestra de su sangre para verificar sus líneas familiares."
Diego asintió, sintiendo cómo la ansiedad se apoderaba de él mientras seguía al goblin por los pasillos del banco. Finalmente llegaron a una pequeña sala austera, iluminada por una luz tenue que parecía emanar de las paredes mismas.
"Por favor, siéntese aquí", indicó el goblin señalando una silla frente a una mesa de piedra. Diego se sentó y extendió la mano nerviosamente. El goblin sacó un pequeño cuchillo ceremonial y realizó un corte superficial en la palma de Diego, dejando caer unas gotas de sangre en un cuenco dorado.
"Ahora solo espere", dijo el goblin mientras observaba cómo la sangre brillaba intensamente en el cuenco.
Mientras esperaba, Diego reflexionó sobre su madre y todo lo que había sacrificado por él. La idea de descubrir algo más sobre su linaje mágico lo llenaba de esperanza y curiosidad.
Después de unos minutos que parecieron eternos, el cuenco comenzó a emitir una luz brillante. El goblin se inclinó hacia adelante, sus ojos centelleando con interés.
El goblin observó con curiosidad los registros familiares de Diego, su mirada se detuvo en la línea principal de los Black. Para su sorpresa, también encontró una conexión con la noble familia Jostar. Con un gesto amable, el goblin miró a Diego y le pidió que le mostrara sus hombros.
Diego, sintiéndose un poco nervioso, se quito la camisa y dejo ver una estrella en uno de sus hombros. Al verla, el goblin frunció el ceño y luego sonrió al reconocer la marca de una estrella que representaba a la familia Jostar.
"Interesante", dijo el goblin mientras examinaba la marca con atención. "Esta es una herencia poderosa. La familia Jostar en antaño era conocida por sus habilidades excepcionales en magia y combate. Tienes un linaje notable."
Con esa información en mente, el goblin subio a un carrito y guió a Diego hacia una pequeña bóveda que pertenecía a las subvenciones de los Black. "Aunque tu madre no fue reconocida oficialmente como parte de esta familia, el fundador tenía una regla: ningún Black quedaría desamparado", explicó mientras abría la puerta de la bóveda.
Diego sintió una sensación extraña al entrar en la bóveda. Las paredes estaban adornadas con retratos antiguos de miembros de la familia Black, todos ellos mirándolo con expresiones serias y juzgado. Frente a el barias cajas y la puerta de la verdadera bobeda Black.
"Este cofre contiene la riqueza que le corespondia a su madre", dijo el goblin mientras señalaba el cofre."
Después de explorar brevemente la bóveda, el goblin condujo a Diego nuevamente en un viaje de carrito, adentrándose más en las cuevas que conformaban Gringotts. Al final del pasillo, llegaron a una gran puerta decorada con constelaciones brillantes que parecían danzar en la oscuridad.
"Esta es una bóveda especial", explicó el goblin. "Contiene tesoros y secretos antiguos relacionados con tu linaje Jostar. Sin embargo, acceder a ella requerirá más que solo tu sangre; necesitarás demostrar tu valía."
El goblin comenzó a explicar la rica historia de la familia Joestar. "La familia Joestar ha tenido un legado notable a lo largo de los siglos", dijo mientras señalaba donde estaba la marca de nacimiento en forma de estrella que Diego tenía sobre su omóplato izquierdo. "Cada uno de sus miembros ha llevado vidas muy diferentes, pero todos comparten esta característica distintiva."
"Comenzaron como una familia noble y adinerada en la antigua sociedad británica. Sin embargo, lo que realmente los distingue es su conexión con lo sobrenatural. A lo largo de la historia, muchos miembros de la familia han enfrentado pruebas y tribulaciones extraordinarias cuando se han encontrado con criaturas sobrenaturales y amenazas que podrían haber destruido el mundo tal como lo conocemos."
Diego escuchaba atentamente, sintiendo cómo cada palabra del goblin resonaba en su interior. "En 1838, el último Joestar con magia fue uno de los gemelos: Jorge y Jonas. Solo Jonas heredó la magia y continuó el legado hasta 1866, año en que falleció. Desde entonces, solo queda la línea muggle de los Joestar."
El goblin hizo una pausa para asegurarse de que Diego comprendiera la magnitud de lo que estaba diciendo. "Sin embargo, tú podrías ser uno de ellos que ha despertado el legado mágico. La esencia mágica puede manifestarse en cualquier momento, y parece que has sido elegido para llevar adelante esta herencia."
Diego sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar esas palabras. La idea de ser parte de una familia tan ilustre y enfrentar desafíos sobrenaturales era tanto emocionante como aterradora.
"Ahora bien," continuó el goblin, "para acceder a los secretos ocultos en la bóveda, deberás demostrar tu valía. Las pruebas que dejaron no serán fáciles; requerirán coraje y determinación, cualidades que son características fundamentales de los Joestar."
Diego asintió con determinación. Sabía que este era solo el comienzo de su viaje hacia descubrir su verdadero potencial mágico y desentrañar los secretos de su linaje.
"Estoy listo para reclamar mi herencia", afirmó Diego con firmeza.
Diego sintió cómo la puerta se cerraba detrás de él, dejando atrás al goblin y sumergiéndolo en la oscuridad. Con cada paso que daba, su latía con más fuerza, hasta que, de repente, un destello de luz iluminó la habitación. Se encontró en un espacio amplio y resplandeciente, con pilares de mármol que se elevaban hacia un techo invisible. En el centro de la sala había una imponente manticora de mármol, su mirada feroz parecía seguirlo mientras avanzaba.
Frente a él había tres altares, cada uno con un objeto intrigante. El primero sostenía un libro titulado "El Legado Joestar", el segundo una moneda de oro brillante que parecía valiosa, y el tercero mostraba un viejo y oxidada anillo que emanaba una extraña aura.
Diego se acercó al altar del libro. La curiosidad lo invadió; sabía que ese texto podría contener secretos sobre su linaje y habilidades mágicas. Sin embargo, algo en el aire le decía que debía tener cuidado. Al mirar el segundo altar, la moneda gemino capturó su atención: era tentadora y prometía riquezas infinitas.
Finalmente, sus ojos se posaron en el anillo. A pesar de su apariencia desgastada, sentía una conexión inexplicable con él. Sin embargo, cuando intentó examinarlo más de cerca, su sistema mágico no pudo acceder a información sobre el objeto; solo aparecía un signo de interrogación.
Sin pensarlo dos veces, Diego tomó el anillo entre sus dedos. En ese instante, un profundo gruñido resonó en la sala. La figura de la manticora cobró vida ante sus ojos; los ojos de piedra se iluminaron con una luz intensa mientras la bestia giraba su cabeza hacia él.
"¡Has despertado a la guardiana del legado!" exclamó la voz femenina de su sistema. "Para reclamar tu herencia, deberás enfrentarte a ella."
Antes de que Diego pudiera reaccionar o formular un plan, la manticora lanzó un ataque feroz hacia él. Con reflejos rápidos, esquivó el primer zancada de la criatura hecha de mármol que se abalanzaba sobre él con garras afiladas como cuchillas.
"¡No puedo dejarme atrapar!" pensó Diego mientras corría hacia uno de los pilares para cubrirse. Su mente trabajaba a mil por hora: necesitaba encontrar una forma de superar esta prueba sin ser destruido por la bestia.
Mientras esquivaba los ataques brutales de la manticora, recordó las historias sobre los Joestar y su valentía frente a lo sobrenatural. "Debo ser valiente", se dijo a sí mismo mientras buscaba cualquier ventaja en su entorno.
La manticora giró rápidamente para atacarlo nuevamente, pero esta vez Diego estaba preparado. Con un movimiento ágil, saltó hacia un lado justo cuando las garras de mármol chocaron contra el suelo donde había estado parado momentos antes.
"¿Qué harían un Jostar ?" reflexionó mientras buscaba algo en los altares que pudiera ayudarlo a defenderse o incluso atacar a la criatura.
Su mirada se detuvo nuevamente en el libro titulado "El Legado Joestar". Si lograba alcanzarlo antes de ser atrapado por la manticora, tal vez podría descubrir algún hechizo o conocimiento antiguo que le permitiera enfrentarse a ella.
Con determinación renovada y sin tiempo que perder, Diego corrió hacia el altar del libro mientras evitaba otro ataque devastador de la manticora. si quería reclamar su herencia mágica y descubrir quién era realmente como Joestar, tendría que demostrar su valor enfrentándose a esta formidable prueba.
Diego, con el libro en mano y sintiendo la presión del tiempo, decidió actuar. Sin pensarlo dos veces, tomó el libro y arrojó el altar de la moneda a un lado. En ese instante, todo se convirtió en un caos absoluto. Al abrir el libro, sus ojos se volvieron en blanco; estaba vacío, pero la habitación comenzó a llenarse de monedas que se multiplicaban sin cesar, cubriendo el suelo y dificultando su movimiento.
El sonido metálico de las monedas chocando entre sí resonaba como una tormenta mientras Diego luchaba por mantenerse en pie. La manticora lo acechaba, sus ojos de mármol fijos en él, lista para atacar. Con un suspiro de desesperación y sintiendo cómo la presión aumentaba a su alrededor, Diego miró hacia el anillo desgastado que aún llevaba puesto.
"No puedo morir como un cobarde", pensó con ira. Con un grito que brotó desde lo más profundo de su ser, apretó el puño que sostenía el anillo y se giró hacia la manticora. En ese momento, una oleada de energía recorrió su cuerpo; sentía que algo dentro de él despertaba.
"MUDAAAAAA"
Con toda su fuerza, golpeó a la manticora con el puño cerrado. El impacto fue explosivo; la criatura estalló en mil pedazos de mármol que volaron por toda la habitación. La luz brilló intensamente mientras los fragmentos caían como estrellas fugaces.
A medida que la manticora se desvanecía, la habitación comenzó a retroceder, como si todo estuviera siendo reconfigurado para volver al inicio. Las monedas desaparecieron y los pilares de mármol recuperaron su forma original.
La figura de la manticora apareció nuevamente ante él, pero esta vez no era amenazante. Mirándolo con una expresión que mezclaba respeto y reconocimiento, dijo con una voz profunda y gutural: " Hmp... Eres digno niño."
Con esas palabras resonando en sus oídos, Diego sintió cómo una puerta secreta se abría detrás de la manticora. Era la bóveda Joestar, un lugar lleno de historia y conocimiento ancestral. A medida que las puertas se abrían lentamente, revelando ciclos de historia y objetos mágicos invaluables, Diego supo que había superado una prueba crucial.
Dentro de la bóveda había estanterías repletas de libros antiguos sobre magia Joestar, artefactos legendarios y reliquias familiares que contaban historias olvidadas. Cada objeto parecía vibrar con poder y sabiduría.
"Este es tu legado", dijo la manticora mientras retrocedía hacia las sombras. "Aquí encontrarás respuestas sobre tu linaje y yo estare aqui para guiarte."
Diego dio un paso adelante, sintiéndose abrumado por la magnitud del lugar. Sabía que cada uno de esos objetos tenía una historia que contar y secretos por revelar. Con el corazón latiendo fuertemente en su pecho, comenzó a explorar la bóveda Joestar.
Mientras recorría las estanterías llenas de tesoros mágicos e históricos, Diego comprendió que este viaje para descubrir quién era realmente como Joestar y qué su vuda mejoraria.