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Entre Dos Tiempos

🇵🇪NaokoShiro
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Synopsis
En la ciudad de Tokyo, donde el destino separó a cuatro amigos de la infancia, entre ellos, Kuroi Sora un alma solitaria e introvertida. Su corazón, siempre estuvo atado a Fuyu Shiori, su amiga de la infancia, llevando el peso de un amor secreto durante años. Pero después de 12 años, el reencuentro en la preparatoria los juntaría nuevamente. Todo parecía ir bien. Sin embargo, su destino se vería forzado a cambiar drásticamente, pues su vida acabaría repentinamente. Pero en lugar de que esta historia terminara, Sora despierta en el cielo y se enfrenta a Dios, quien le ofrece una segunda oportunidad: reencarnar en el mismo mundo, pero como una mujer. Ahora, como una nueva entidad en el cuerpo de una mujer, Sora deberá navegar por un mundo familiar pero diferente, explorando no solo su nueva identidad, sino también enfrentando los vínculos y emociones que dejó atrás. En esta historia, Sora se embarcara en un viaje único hacia la comprensión de sí mismo, mientras lucha por reconciliar los lazos rotos del pasado y forjar un nuevo futuro. "Futatsu No Toki No Aida Ni"
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Chapter 1 - 『CAPITULO I』║ Una Nueva Oportunidad ║『PARTE 1』

En un lugar frío y desolado, Sora abrió los ojos, solo para encontrarse con la infinita oscuridad que lo rodeaba. Poco a poco, su cuerpo parecía desvanecerse, mientras luchaba por comprender su entorno. Intentó gritar con todas sus fuerzas, pero solo el silencio le respondió.

─ ¿Dónde estoy? ¿Qué fue lo que me sucedió? ─pensó Sora con desesperación, su mente envuelta en un velo de confusión y amnesia. No lograba recordar nada de sí mismo, ni de cómo había llegado a aquel lugar desconocido.

. . .

En un pequeño apartamento en el centro de la cuidad de Tokyo, vive Kuroi Sora, un joven de 17 años, sus padres casi nunca han estado con el, pues tienen sus negocios en el extranjero; además también tiene un hermano mayor, pero él está culminando sus estudios en la Universidad de OXFORD en Inglaterra. Es por eso que Sora, desde los 12 años aprendió a vivir solo, y a no depender de nadie. Sin embargo a pesar de su aparente independencia, Sora nunca ha dejado de sentir un vacío en su interior, un sentimiento de soledad que se ha vuelto familiar.

. . .

Hoy es un día importante, pues empieza el segundo año académico en la preparatoria "ASAHI", Sora sin tener la noción del tiempo, se despierta aturdido y sin energías, pues aún con mucho sueño, se levanta de mala gana, ya que no puede llegar tarde al primer día de clases.

Sora se dirige al baño y en el espejo se refleja a un chico de compostura delgada, cara pálida, cabello negro y ojos que solo pueden observar el infinito vacío que hay en su vida, sin tener ninguna preocupación, y sin saber que hacer en un futuro, solo piensa y se pregunta...

─ ¿Algún día podré cambiar? ¿Hasta cuándo viviré de este modo?

El reloj marca las 6:30 A.M. Sora termina de desayunar, coge su celular y maletín, para luego salir rápidamente de su apartamento, pues no podía perder el tren que le llevaría a su preparatoria.

6:40 A.M. Ya dentro del tren, Sora logra ver a otros estudiantes de preparatoria, quienes van en grupos de amigos y otros en parejas, mirando fijamente la "juventud" de aquellos chicos, Sora por dentro envidiaba esa calidez.

El viaje duró 30 minutos, no habían mucha personas en el tren, así que Sora aprovecho para bajarse rápido y así no llegar tarde, pues le daba vergüenza que sus demás compañeros se le queden mirando fijamente.

7:15 A.M. A una cuadra de la preparatoria, Sora logra reconocer a algunos ex-compañeros de aula con quienes no pudo establecer relación alguna, mientras va caminado, también logra ver rostros nuevos, Sora intrigado se pregunta...

─ Esta vez, ¿Con quienes pasaré otro año más en esta preparatoria?

Pues cada nuevo año escolar, hay posibilidad de cambiar de aula o no.

Ya en la preparatoria, faltaban 25 minutos para que cierren las puertas, Sora había llegado temprano, se dirigió al gran pizarrón que había en la entrada, pues ahí encontraría el aula que le corresponde, "Es la 2-B" ─dijo en su mente. Rápidamente se dirige a su aula, abre delicadamente la puerta y ve que pocos de sus compañeros estaban ahí, aliviado, se dirige al último asiento de la esquina, logrando por fin descansar.

Pasaron 20 minutos después de que Sora llegara, uno a uno sus demás compañeros entraban al aula, pero el simplemente los ignoraba pues no conocía a nadie, y tampoco ellos le conocían. Sora en silencio y con una mirada seria se decidió a esperar sin hablar con nadie a su alrededor.

Sin embargo, inesperadamente escuchó a alguien mencionar su nombre, sin poder creer lo que estaba pasando, Sora giro su cabeza para ver quien le estaba llamando...

─ ¡Hey... Sora! ¿Eres tu? ¿Me recuerdas? ─dijo el desconocido.

Sora miro detenidamente al sujeto parado enfrente de el, era un joven alto y apuesto, de cabello rojo carmesí, pero lo que mas destacaba de el, era su sonrisa.

─ ¿Ehhh? lo-lo siento no se quien eres... ─respondió Sora

─ ¿Enserio no me recuerdas? Soy Haru, Koichi Haru, tu amigo de la infancia, solíamos jugar juntos cuando eramos niños. ─menciono Haru, tratando de despertar algún recuerdo en Sora.

Sora frunció el ceño, tratando de buscar en su memoria algún rastro de aquel nombre.

─ ¿Haru? ¿Amigo de la infancia? Vagamente recuerdo que cuando mis padres salían al extranjero, me dejaban al cuidado de una vecina, y en esa casa solía jugar con unos niños. ─dijo Sora

─ ¡Exacto! Esos éramos Arashi Seiji, Fuyu Shiori y Yo. ─confirmó Haru con entusiasmo.

─ ¿E-En verdad eres tu? No logro reconocerte, pues ya no pareces aquel niño mimado que se creía superior a todos en aquel entonces... ─respondió Sora

─ Cof* cof* Mejor omitamos esa parte, no quiero recordar esas cosas vergonzosas. Además el mas mimado era Seiji, no yo. ─menciono Haru, con una risa nerviosa.

Haru y Sora hablaron durante unos minutos sobre su reencuentro y las experiencias que habían tenido durante todo el tiempo que estuvieron separados. El salón poco a poco se llenaba con el bullicio de los estudiantes que conversaban animadamente entre sí. Sin embargo, de manera inesperada, un joven apuesto y de cabello color turquesa se acercó a ellos. Tenía una mirada fría y su rostro mostraba una expresión seria mientras dirigía la palabra a Haru.

─ ¡Hey! ¡Haru! ¿Con quien estas hablando? ─dijo el chico, interrumpiendo la conversación entre Haru y Sora.

─ Al fin llegas, Seiji... ¿No te acuerdas de él? Es Sora, Kuroi Sora, aquel niño tímido con quien solíamos pasar tiempo en la casa de Shiori ─respondió Haru.

─ ¿Qué? ¿En verdad eres tú? No nos vemos desde aquel incidente hace once años ─mencionó Seiji, visiblemente sorprendido.

─ Ho-Hola, tiempo sin vernos, supongo... ─dijo Sora, sintiéndose un poco abrumado por la situación.

─ Bueno, al fin estamos los tres reunidos nuevamente. Sin embargo, aún falta otra persona que coincidentemente estará en nuestra aula ─dijo Haru, tratando de cambiar el tema.

─ ¡Cierto! Falta Shiori, todavía no la veo en la preparatoria ─añadió Seiji.

─ ¿Shiori? ¿Quién es ella? ─preguntó Sora, confundido.

─ ¿Incluso a ella no la recuerdas? Me dijiste que fue tu primer amor, e incluso que prometieron casarse después de la universidad ─mencionó Haru, buscando reavivar algún recuerdo en Sora.

─ ¡¿Qué?! Yo nunca diría esas cosas, no recuerdo haberlo mencionado. Además, si fuera tan importante, la recordaría ─respondió Sora, visiblemente desconcertado.

─ Chicos, será mejor calmarnos. Hablaremos de estas cosas en otro momento. Además, las clases están a punto de comenzar ─intervino Seiji, intentando calmar los ánimos.

Suena el timbre que marca el inicio de las clases. La maestra abre la puerta del aula y entra con seriedad, acompañada de una joven de complexión delgada, cabello rubio y largo, y unos labios rosados que capturan la atención de todos como si fuera una verdadera "idol" entrando al salón. Los chicos del aula quedan pasmados por su belleza, admirando su presencia con asombro.

Haru y Seiji sonrieron al verla, reconociendo de inmediato a la hermosa chica.

Rápidamente, todos los estudiantes se apresuraron a tomar sus lugares en los pupitres mientras la maestra, con paso firme y expresión seria, atravesaba la sala. A su lado, una joven de cabello rubio y largo, con una compostura que parecía emanar gracia y elegancia, capturaba las miradas de todos en el aula. La maestra avanzó hacia el frente del salón y, con un gesto decidido, golpeó el escritorio con la palma de la mano, haciendo que todos los alumnos dirigieran su atención hacia ella.

─ ¡Escúchenme todos! Este año tenemos tres estudiantes transferidos a esta preparatoria, ellos son Koichi Haru, Arashi Seiji y Fuyu Shiori. ─dijo la maestra.

Haru, se levanto de su asiento y con una sonrisa en su rostro, se dirigió a sus compañeros con reverencia para presentarse...

─ Gusto en conocerlos a todos. Mi nombre es Koichi Haru ─anunció, con ojos llenos de entusiasmo y energía positiva. ─ Espero sinceramente poder llevarme bien con cada uno de ustedes durante este año académico. Estoy emocionado por lo que nos espera juntos en esta etapa de nuestras vidas.

Las chicas del aula se sorprendieron al ver fijamente a Haru. No solo era notablemente apuesto, con una sonrisa que iluminaba el salón y una postura segura que irradiaba confianza, sino que también era conocido por su habilidad atlética destacada. Aunque Haru era popular entre los jovenes por su amabilidad y carisma, su reputación como deportista resonaba especialmente entre las chicas del aula. Había competido en torneos escolares y representado a otras preparatorias en diversas competiciones, lo que lo convertía en un ídolo deportivo para muchos adolescentes.

Después de que Haru se presentara y tomara asiento, Seiji se levantó con una mirada seria y determinada. Sus ojos fríos y su expresión austera contrastaban con la calidez de Haru.

─ Mi nombre es Arashi Seiji ─anunció con voz firme. ─ Espero poder llevarme bien con todos ustedes durante este año.

Concluida su presentación, Seiji regresó a su asiento con rapidez, manteniendo su postura erguida y su mirada concentrada en el ambiente que le rodeaba.

─ Bueno, ahora es turno de la señorita Fuyu. Por favor, preséntese ─dijo la maestra.─ Mucho gusto en conocerlos a todos. Mi nombre es Fuyu Shiori ─dijo con una sonrisa suave y una voz tranquila, atrayendo las miradas curiosas de sus compañeros. Anteriormente vivía en Inglaterra, pero por razones de negocios, mis padres decidieron mudarse nuevamente a la ciudad de Tokyo. Aunque aún estoy aprendiendo sobre la cultura de este país, espero que podamos llevarnos bien durante todo este año.

Tras escuchar a Shiori presentarse, Sora sintió cómo los recuerdos y sentimientos comenzaban a fluir en su mente. Recordó los días de su infancia juntos, las risas compartidas y los momentos especiales en la casa de Shiori. Cada detalle de su amistad y la conexión entre los tres amigos comenzó a cobrar vida nuevamente en su memoria. Con una mezcla de nostalgia y alegría, Sora no pudo contener una sonrisa mientras miraba a Shiori, quien parecía completamente ajena a la profundidad de los recuerdos que había despertado en él.

Todos los chicos del aula quedaron embelesados por la divina belleza de Shiori. Su presencia serena y elegante parecía iluminar el salón mientras caminaba con gracia hacia el pupitre que la maestra le había asignado. Su cabello rubio caía en ondas suaves sobre sus hombros, destacando contra el uniforme escolar. Los labios rosados y una mirada tranquila pero penetrante añadían un encanto adicional a su apariencia. A medida que se acercaba a su lugar, los murmullos de admiración entre los chicos resonaban en el aire, aunque Shiori parecía ajena a la atención que despertaba.

Finalmente, Shiori llegó a su pupitre, que casualmente estaba ubicado justo al lado de Sora. Con una sonrisa amistosa, hizo un pequeño gesto de saludo hacia él. Sora, sintiéndose un tanto abrumado por la cercanía de su amor de la infancia, respondió con un gesto tímido pero cortés. Los minutos pasaron en completo silencio, la maestra inicio las clases del primer día del año académico, con total normalidad. Hasta que se escuchó el sonido del timbre que dió por entendido el cambio de hora.

─ Bueno, eso es todo por la clase de hoy. Vayan alistándose para la siguiente asignatura que les toca; mañana continuaremos con el tema ─mencionó la maestra antes de salir del aula.

Mientras la maestra dejaba el salón, Haru se apresuró hacia el pupitre de Sora. Este último estaba en completo silencio, con la mirada perdida en el vacío, como si estuviera sumido en sus pensamientos más profundos.

─ Sora, ¿estás bien? ─preguntó Haru en voz baja, colocando una mano con delicadeza sobre el hombro de Sora para llamar su atención.

Sora parpadeó, como si volviera de algún lugar distante, y lentamente dirigió su mirada hacia Haru. Sus ojos reflejaban una mezcla de confusión y melancolía, pero también una pizca de gratitud por la preocupación de su amigo.

─ Ah, sí... estoy bien, Haru. Solo... estaba pensando en algunas cosas ─respondió Sora, forzando una sonrisa débil.

─ Bueno, entonces, no te quedes sin hacer nada, aun tenemos muchas cosas de qué hablar... ¿No es así, Shiori? ─mencionó Haru con una sonrisa, intentando romper el hielo y animar a su amigo.

Shiori, la joven de cabello rubio y rostro delicado, pareció sorprendida al escuchar su nombre. Giró rápidamente hacia ellos con una expresión de confusión y un leve gesto de temor en sus ojos.

─ ¿Los conozco? ─preguntó con sinceridad, su voz suave pero ligeramente tensa.

La pregunta cayó como un balde de agua fría en la conversación. Haru y Sora intercambiaron miradas fugaces, ambos sorprendidos por la falta de reconocimiento de Shiori hacia ellos. Después de unos segundos de incómodo silencio, Haru rompió la tensión con una risa nerviosa.

─ ¡Vaya! Parece que nos hemos encontrado en una situación un tanto peculiar ─exclamó Haru, tratando de aligerar el ambiente mientras se rascaba la cabeza con una sonrisa forzada.

─ ¿En verdad no nos reconoces? Fuimos amigos desde la niñez ─preguntó Haru con una nota de preocupación en su voz.

─ ¿Amigos de la infancia? Difícilmente puedo recordar algo, pero me empieza a doler la cabeza cada vez que pienso en eso ─respondió Shiori con un tono apesadumbrado, llevándose una mano a la frente como si el esfuerzo mental le causara malestar.

─ Bueno, lo importante es que puedas recordar algo. No te sobreesfuerces, ya podrás recordar todo lo que pa...

Mientras Haru y Shiori platicaban sobre el pasado, Seiji se dirigió rápidamente al pupitre de Sora, quien atentamente escuchaba la conversación de sus "amigos".

─ ¡Hey! Haru, Sora, ¿Ya están molestando a nuestra querida Shiori? ─mencionó Seiji con una ligera sonrisa, mientras miraba a los tres con cierta complicidad.

─ Nosotros no la estábamos molestando, solo Haru le estaba preguntando por el pasado de nuestra niñez ─aclaró Sora.

─ Bueno, entonces, es hora de que me presente oficialmente. Soy Katashi Seiji, pero puedes llamarme Seiji. Al igual que estos dos, fui parte del grupo en nuestra infancia ─dijo Seiji con una voz calmada pero firme, dirigiéndose a Shiori.

Shiori, quien había estado escuchando en silencio, finalmente levantó la mirada hacia los tres jóvenes frente a ella. Aunque sus rostros habían cambiado considerablemente desde la última vez que estuvieron juntos, algo en la manera en que hablaban y se comportaban le resultaba familiar.

─ Aunque no logro recordar mucho de nuestro pasado, creo que los reconozco a todos ustedes. ─dijo Shiori con una sonrisa tenue, y ojos llenos de nostalgia.

Haru, Sora y Seiji intercambiaron miradas de alivio y alegría al escuchar las palabras de Shiori. Era reconfortante saber que, a pesar de los años y cambios que pasaron, los lazos de amistad seguían vivos en sus corazones y memorias.

─ ¡Qué alivio! Pensé que nunca volverías a reconocernos ─exclamó Haru con entusiasmo, aliviado de que la amistad que compartieron en la infancia no se hubiera desvanecido completamente.

Sora asintió con una sonrisa suave, sintiendo un peso emocional levantarse de sus hombros al ver que Shiori aún recordaba su pasado juntos.

Después de ese momento de reconocimiento y alivio entre los cuatro amigos, Haru, Sora, Seiji y Shiori se encontraron recordando anécdotas de su infancia en la casa de Shiori, riendo por las travesuras que solían hacer juntos. Hablaron sobre cómo han cambiado desde entonces, compartiendo sus experiencias de vida durante los años separados.

Durante el almuerzo en la cafetería escolar, la conversación se volvió más animada mientras discutían sobre sus intereses actuales y sus planes para el futuro. Haru habló entusiasmado sobre su participación en el equipo de futbol de la escuela y sus aspiraciones deportivas. Sora compartió su interés en la literatura y cómo había estado escribiendo historias cortas en su tiempo libre. Seiji, siempre reservado pero con una perspicacia notable, habló sobre sus estudios académicos y su deseo de estudiar en el extranjero después de graduarse.

Shiori escuchaba atentamente a sus amigos, participando con curiosidad y empatía en sus conversaciones. Aunque había vivido una vida diferente en Inglaterra, encontraba fascinante cómo sus amigos habían seguido adelante con sus sueños y pasiones.

Al final del día, cuando sonó la campana que marcaba el final de las clases, caminaron juntos por los pasillos de la preparatoria Asahi. Habían planeado reunirse después de clases para seguir poniéndose al día y recordando más sobre su pasado compartido. Estaban emocionados por la oportunidad de reconectar y fortalecer aún más los lazos que los habían unido desde la infancia.

─ ¿Qué les parece si celebramos nuestro encuentro después de clases? Podríamos ir a algún lugar divertido, como un karaoke o una cafetería. ─Haru sugirió con entusiasmo.

─ Estoy de acuerdo. Sería una buena forma de ponernos al día y recordar viejos tiempos. ─Seiji asintió con seriedad, pero sus ojos brillaban con la idea de pasar un buen rato juntos fuera de la escuela.

─ Lo siento chicos, no creo que pueda ir. Mis padres no me dejan quedarme hasta tarde los días de semana. ─Shiori respondió con una mirada apenada por no poder unirse al plan.

La expresión de decepción cruzó el rostro de Haru por un momento, pero luego asintió comprensivamente.

─ No te preocupes, Shiori. Entendemos perfectamente. Nos veremos mañana y planearemos algo para el fin de semana, ¿vale? ─respondió Haru con una sonrisa tranquilizadora.

─ Sí, eso suena bien ─añadió Seiji, asintiendo con seriedad pero con una leve sonrisa en los labios.

─ Gracias, chicos. Me alegra mucho haberlos encontrado nuevamente ─dijo Shiori, despidiéndose con una leve inclinación antes de dirigirse hacia la salida.

Sora observó cómo Shiori se alejaba, sintiendo una mezcla de nostalgia y alivio al ver que su amiga de la infancia aún estaba allí, aunque los recuerdos todavía no estaban completamente claros en su mente.

─ Bueno, supongo que yo también me iré a mi departamento ─murmuró Sora, comenzando a caminar hacia la salida.

─ Espera, Sora ─dijo Seiji, colocando una mano en el hombro de Sora para detenerlo. ─ Hay algo que Haru y yo queremos preguntarte.

Sora se detuvo y se volvió hacia sus amigos, intrigado.

─ ¿De qué se trata? ─preguntó, mirando a ambos con curiosidad.

Haru y Seiji intercambiaron miradas antes de que Haru hablara.

─ Es sobre Shiori ─dijo Haru con una expresión seria. ─ Sabemos que siempre has estado enamorado de ella desde que éramos niños.

Sora sintió que su corazón se aceleraba. No había esperado esa pregunta, y menos en ese momento. Su mente se llenó de recuerdos de su infancia, de los momentos compartidos con Shiori y de los sentimientos que había guardado durante tanto tiempo.

─ ¿Te vas a declarar a ella esta vez? ─preguntó Seiji, yendo directo al grano.

Sora se quedó en silencio, sus pensamientos luchando por encontrar una respuesta. Sabía que sus sentimientos por Shiori eran profundos y verdaderos, pero también estaba el temor de arruinar su amistad recién recuperada.

─ No lo sé... ─murmuró finalmente─. Quiero decir, claro que todavía siento algo por ella, pero no sé si ahora es el momento adecuado. Apenas hemos vuelto a reencontrarnos y ella no recuerda mucho de nuestro pasado juntos. No quiero presionarla ni hacerla sentir incómoda.

Haru asintió, comprendiendo la preocupación de su amigo.

─ Lo entendemos, Sora. Pero también creemos que es importante que seas honesto con tus sentimientos. Nunca sabes lo que puede pasar si no lo intentas ─dijo con una sonrisa alentadora.

─ Además, hemos notado cómo te mira. Tal vez Shiori también sienta algo por ti, aunque no lo recuerde completamente ─añadió Seiji, intentando darle un poco más de confianza.

Sora suspiró, sintiéndose un poco más aliviado al escuchar las palabras de sus amigos. Sabía que ellos solo querían lo mejor para él y para Shiori.

─ Tal vez tengan razón. Quizás deba intentarlo. Pero necesito tiempo para pensar en cómo hacerlo de la mejor manera ─respondió Sora, con una leve sonrisa.

─ Claro, tómate el tiempo que necesites. Solo recuerda que estamos aquí para apoyarte, sin importar lo que decidas ─dijo Haru, dándole una palmada en la espalda.

─ Sí, siempre estaremos aquí para ti, Sora ─añadió Seiji, asintiendo con determinación.

Con esos pensamientos en mente, los tres amigos salieron de la preparatoria, sabiendo que, aunque el camino por delante podría ser difícil, lo enfrentarían juntos, como en el pasado lo habían hecho.

Los días pasaron con normalidad en la preparatoria ASAHI. Las clases seguían su curso, los estudiantes se sumergían en sus estudios y actividades extracurriculares, y la rutina se establecía poco a poco. Para Sora, cada día era una nueva oportunidad para pasar tiempo con Shiori, Haru y Seiji.

A medida que los días avanzaban, Sora se encontró a sí mismo cada vez más cautivado por Shiori. Su presencia, su sonrisa y la forma en que se preocupaba por los demás lo hacían sentir más profundamente por ella. Aunque Shiori aún no recordaba completamente su pasado juntos, su amabilidad y calidez parecían despertar algo en su corazón.

El jueves por la tarde, después de que las clases habían terminado y los estudiantes se preparaban para irse a sus hogares, Sora decidió que era el momento de hablar con Haru y Seiji. Los tres amigos se encontraban en el patio de la escuela, disfrutando del aire fresco antes de regresar a casa.

─ Chicos, necesito hablar con ustedes sobre algo importante ─dijo Sora, reuniendo valor mientras sus amigos lo miraban con curiosidad.

─ ¿Qué pasa, Sora? Pareces serio ─respondió Haru, notando la determinación en la voz de Sora.

─ He llegado a la conclusión de que debo ser honesto con mis sentimientos. He decidido que mañana, el día viernes, me declararé a Shiori ─anunció Sora.

Haru y Seiji se miraron entre sí, luego volvieron su atención a Sora con sonrisas de apoyo.

─ Sabía que eventualmente tomarías esta decisión. Siempre has estado enamorado de ella, incluso cuando éramos niños ─dijo Haru, dándole una palmada amistosa en la espalda.

─ Es un gran paso, Sora. Estoy orgulloso de ti por tener el valor de hacerlo ─añadió Seiji, su tono serio pero lleno de apoyo.

─ Pero, Sora, ¿Por qué te enamoraste de Shiori en primer lugar? Nunca nos lo has contado. —pregunto Haru con una sonrisa.

─ Cuando éramos niños, yo era antisocial y callado. Los demás niños me molestaban porque no podía defenderme. Pero Shiori fue diferente. Un día, cuando los demás me estaban molestando, ella se paro en frente mio y empezó a golpear a los demás niños. Aunque tenia lagrimas en mis ojos, comencé a reír cuando vi las caras de esos niños, siendo vencidos por una sola niña. Desde aquel día, empecé a hablar y a estar con ella. Y gracias a Shiori, me uní al grupo de sus amigos donde estaban ustedes y sorprendentemente ustedes también me aceptaron. Desde entonces, Shiori ha tenido un lugar especial en mi corazón. —respondió Sora con una sonrisa nostálgica.

Haru y Seiji escucharon atentamente, comprendiendo mejor los sentimientos de Sora.

─ Ahora entiendo por qué te has aferrado a esos sentimientos durante tanto tiempo —dijo Seiji con una sonrisa.

─ Gracias, chicos. Significa mucho para mí saber que me apoyan ─dijo Sora, sintiendo una ola de gratitud hacia sus amigos.

─ Solo recuerda, no importa cuál sea la respuesta de Shiori, siempre estaremos aquí para ti ─dijo Haru con una sonrisa alentadora.

 Exacto. Pase lo que pase, somos amigos y eso no cambiará ─aseguró Seiji.

Con esas palabras de aliento, Sora se sintió más preparado y determinado para el día siguiente. Sabía que no estaría solo, sin importar el resultado. Los tres amigos se despidieron y se dirigieron a sus respectivos hogares, cada uno con sus propios pensamientos y expectativas para el día siguiente.

El viernes llegó con una mezcla de nerviosismo y expectativa en el aire. Las clases terminaron a las 3:00 PM y el timbre que marcó el final de la jornada resonó por todo el edificio, anunciando el inicio del fin de semana. Los estudiantes comenzaron a recoger sus cosas y se dirigieron hacia la salida, ansiosos por sus planes para los próximos dos días.

Sora se acercó a Shiori, que estaba guardando sus libros en su mochila. Con el corazón latiendo con fuerza, se reunió con ella cerca del pupitre.

Shiori, ¿puedes hacerme un favor? —dijo Sora, intentando mantener la calma en su voz.

─ Claro, Sora. ¿Qué necesitas? —dijo Shiori con una voz suave.

─ Me preguntaba si podrías subir a la azotea en 15 minutos. Hay algo importante que quiero decirte —dijo Sora, con un tono serio pero amable.

Bueno, si es algo importante estaré ahí. ¿Nos vemos allá en 15 minutos, entonces? —preguntó, aún con una pizca de curiosidad en sus ojos.

─ Sí, exactamente —confirmó Sora, aliviado de haber hecho la solicitud.

Shiori terminó de recoger sus cosas y salió del aula, uniéndose a sus compañeros que ya se estaban dispersando. Sora se quedó unos momentos más en el aula, tomando un respiro profundo para calmar los nervios que sentía. Sabía que este era el momento crucial y quería asegurarse de que todo saliera bien.

Después de unos minutos, Sora se dirigió a la azotea. Subió las escaleras con una mezcla de anticipación y nerviosismo, su mente llena de pensamientos y sentimientos. Al llegar a la azotea, se aseguró de que todo estuviera listo, el lugar estaba tranquilo y apartado, ideal para una conversación íntima.

El cielo estaba despejado y el sol comenzaba a inclinarse hacia el horizonte, tiñendo el cielo de tonos cálidos. Sora se apoyó en la barandilla, mirando el horizonte mientras esperaba a Shiori.

Finalmente, escuchó los pasos de Shiori acercándose. Se volvió para verla llegar, con una expresión de determinación y nerviosismo en su rostro.

─ Hola, Shiori —saludó Sora, tratando de sonar relajado aunque su corazón seguía latiendo rápidamente.

─ Hola, Sora. Dijiste que tenías algo importante que decirme. ¿Qué es? —respondió Shiori, un poco inquieta.

Sora respiró profundamente, reuniendo toda su valentía. Se acercó a ella con una expresión seria pero sincera.

─ Shiori, desde que nos volvimos a encontrar, he estado pensando mucho en nosotros y en cómo me siento. Lo que quiero decirte es que, desde nuestra infancia, has sido una persona muy especial para mí. No solo por la forma en que me ayudaste cuando era un niño, sino porque, a lo largo de los años, me he dado cuenta de que mis sentimientos por ti han crecido y se han fortalecido. Me he enamorado de ti, y quería que supieras eso. —dijo Sora, con la voz temblando ligeramente.

Shiori lo miró con una mezcla de sorpresa y angustia, procesando las palabras de Sora. El atardecer pintaba el cielo con tonos dorados, creando un ambiente mágico en la azotea.

─ ¿Estás bromeando? ─dijo Shiori, sin un rastro de emoción en su tono. ─ Solo te veo como un amigo. No sé qué te hizo pensar que esto era algo más.

Antes de que Sora pudiera reaccionar, Shiori dio media vuelta rápidamente y se dirigió hacia la puerta, dejándolo solo en la azotea. Sora se quedó paralizado, con el corazón roto y el estómago en un nudo. La verdad detrás del rechazo era algo que él no podía imaginar, pero sentía que se le caía el mundo encima.

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Cada vez que pensaba en la idea de salir con un chico, una ola de incomodidad la invadía. Era como si un malestar creciente la envolviera, desatando una sensación de náuseas que no podía ignorar. El simple pensamiento de compartir momentos íntimos con un chico la hacía sentir como si estuviera a punto de vomitar. Su cabeza pulsaba con un dolor agudo, como si un dolor antiguo, latente, se estuviera despertando.

Este malestar no tenía una causa evidente para Shiori, ya que sus recuerdos más dolorosos estaban fragmentados, atrapados en la bruma de su mente. Aunque no podía recordar con claridad el evento que había marcado su vida, las sensaciones y el terror que sentía eran reales. Era una respuesta visceral a algo que su subconsciente había sellado profundamente, una reacción instintiva a un trauma que nunca había sido realmente procesado.

De repente, una imagen borrosa apareció en su mente, un fragmento de un recuerdo reprimido. Un lugar oscuro y frío, un lugar en el que ella había sido incapaz de gritar por ayuda. La sensación de impotencia y miedo se volvía cada vez más palpable. Aunque el recuerdo en sí estaba cubierto por un velo de oscuridad, el impacto emocional era tan fuerte que la hacía temblar. Su estómago se revolvía, y el dolor en su cabeza aumentaba.

Sus pasos se volvían más lentos, su respiración más entrecortada. Las lágrimas se acumulaban en sus ojos, pero no podían salir, atrapadas por el nudo de emoción y dolor que sentía. Sentía que su vida actual estaba siendo invadida por los ecos de un pasado que no comprendía del todo. Llegó a la planta baja y se apoyó en la pared, buscando algo que la anclara a la realidad. Miró a su alrededor, pero todo parecía difuso y distante. Finalmente, se dio la vuelta y se alejó de la entrada del edificio, buscando refugio en algún lugar.>>

Sora se quedó solo en la azotea, el viento frío le helaba la piel mientras intentaba procesar el rechazo. Las palabras que acababa de escuchar resonaban en su mente, haciendo que cada latido de su corazón sintiera un dolor punzante.

─ No pensaba que ser rechazado doliera tanto ─murmuró, su voz quebrada por la emoción. ─ ¡Maldición!

Su respiración se volvía irregular mientras la tristeza se apoderaba de él. Miraba hacia el horizonte, intentando enfocar su mente en algo, pero todo lo que podía sentir era un vacio.

─ Me dan ganas de llorar ─admitió en voz baja, su dolor palpable en cada palabra.

Sora se dejó caer en el suelo, abrazándose a sí mismo en un intento de consolarse. ─ Sabía que me estaba arriesgando ─dijo con resignación, sus lágrimas comenzando a asomar.

La azotea, que había sido el escenario de su declaración, ahora se sentía como un lugar vacío, un recordatorio doloroso de la distancia entre él y el amor que había anhelado.

Continuará...