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Chapter 16 - Capítulo 16: El favor de Philip Grey

Pasamos a estar tranquilos en el sillón, mientras, mirábamos el suelo.

—Sabes, tu abuelo siempre fue un amante de los autos. Me sentiría mal al quitarle lo que alguna vez fue suyo —rompió el silencio.

—Entiendo su sentimiento. Pero necesito algo de dinero para poder sobrevivir sin tener un trabajo. Sería un favor que me estaría haciendo.

—No es necesario que te lo compre. Si quieres te puedo sustentar económicamente sin que trabajes ni nada. Es lo menos que puedo hacer.

—Preferiría que no. Bien sentiría que no merezco nada y no me sentiría para nada cómodo. Además, si no me lo compra lo único que sucederá será que el vehículo quedara sin uso, se echará a perder o incluso podría perderlo.

—Está bien. Comprendo. En ese caso deja comprártelo a un precio digno.

—Agradezco su intento. Mas no es necesario, se lo venderé al precio que le ofrecí, ni más ni menos. Solo me gustaría pedirle otra cosa a cambio.

—Tu dime, haré todo lo que esté al alcance de en mis manos.

—Como le dije… Mi familia murió. Por lo que no tengo tutor legal y tampoco sé cómo se hereda las propiedades, ni todo lo demás, por eso quería venderlo todo. Además, puede que me ayude a superar algo de la situación. Para eso, necesito de su ayuda.

Bien sabía que, para heredar y vender una casa, sin tener la patria protestad, se me adjudicaría un curador elegido por un tribunal, esto solo me traería problemas. Y en caso que se logre inscribir la compraventa de bienes raíces, tomaría demasiado tiempo y esfuerzo. Prefería optar por lo eficaz.

—Chico no te preocupes. Le diré a mis abogados que hagan todo. No tienes que preocuparte, yo me encargaré de todo. Lo único que tendrás que hacer será firmar para que me consideren tu tutor legal.

—Eso sería algo que me ayudaría demasiado.

—Está hecho. Quédate un momento aquí, lo haré de inmediato —sujetó el whisky y de la misma botella, se permitió un buen sorbo. Luego salió por la única pasada.

Esperando a su regreso, observaba las vistas de la casa. Tenía un campo de tenis de dos canchas conectado a una de las piscinas. Tenía dos piscinas. Una en la zona inmediata luego de la parte trasera de la casa, hacia donde quedaba viendo el balcón. Tenía un sillón rodeando un tipo de mesa blanca acompañando uno de los lados. La otra se encontraba en la orilla del terreno, esta era larga y se notaba profunda, era similar a una de natación olímpica, con un techo para la sombra incluido, pero disminuida en todos los aspectos. Detrás de la piscina de decoración, un gran espacio que hacía de camino conectaba con lo que parecía ser un salón de eventos o algo similar, por ese piso característico que tienen. Pasada las canchas de tenis aparecían dos casas de un solo piso, no entendía su utilidad. En ese mismo lado del terreno existen otras canchas para distintos deportes, pero la pared exterior contenida por pilares inmensos no me dejaba ver. La puerta me interrumpió justo cuando veía que una sirvienta, igualmente vestida que la chica Melaine, fue a recoger los vidrios de los vasos. No pude evitar sentirme culpable.

—Está todo listo. Dentro de dos horas viene un buen abogado mío con el que comparto años de amistad. Él también conocía a tu abuelo así que estuvo dispuesto a ayudar. Mencionó que tenías que decirles unos pocos datos tuyos y él se encargaría de los tramites.

—Lo aprecio. No sé cómo agradecérselo.

—No es necesario. Como dije antes, es lo menos que puedo hacer. Ah, también esta esto —sobrepuso la maleta que traía en la mesa y la abrió.

—Son $71.500.000.

Estaban en efectivo. Era una cantidad de dinero increíble para alguien menor de edad. Jamás creí que podría ver tantos billetes juntos.

—Gracias. Si no es mucha molestia… Me gustaría guardarlo aquí por el momento y sacar cuando lo necesité, siempre y cuando se pueda.

—Si quieres puedo abrir una cuenta de banco especialmente para ti, a la que solo tú tengas acceso. Así con una simple tarjeta podrás comprar lo que quieras y se te hará más fácil transportarla.

—Eso… Sería una muy buena manera de manejar tanto dinero.

—Exacto, te la tendré lista entre hoy mismo y mañana. Dime, que contraseña te gustaría, para anotarla de inmediato.

No lo pensé mucho. Sabía que nunca olvidaría el día de esa fecha.

2805

Lo anotó en el celular que traía consigo. No sé muy bien cuál debe ser sus sentimientos en este momento, pero estoy seguro de que su compasión y la idea de ayudarme a empezar de nuevo con mi vida no se le hace desagradable, incluso podría parecerle emocionante.