Al escuchar las palabras de Qiu Tianhen, Ye Wujie y los otros dos no pudieron evitar reír.
—Papá, mientras el Comandante Qiu haga un movimiento más tarde, ¡podrá vengarte! —dijo fríamente Chu Junlin.
—Qin Jiang, Ye Longchen, el rencor de ese brazo cortado, ¡es hora de devolverlo! —rió siniestramente Ye Wujie.
La desesperación anterior fue barrida y su arrogancia regresó.
—¿No se arrodillan al ver al Comandante de la sede del Templo Celestial? —gritó fuertemente Luo Qingyi.
—¿El Comandante de la sede del Templo Celestial?! —se preguntaron algunos.
—¿Cómo podría venir una persona de tan alto rango aquí?
—¡Esto es un problema! —exclamaron al revelarse la identidad de Qiu Tianhen.
Los rostros de los presentes mostraron sorpresa.