Qin Jiang también se quedó atónito en el lugar, sin entender lo que había sucedido.
Giró la cabeza y vio a un hombre alto parado detrás de él con una palma descansando en su espalda.
—Padre —Qin Jiang se llenó de alegría y finalmente se dio cuenta de que la fuerte fuerza que acababa de sentir le había sido transmitida por Qin Chuan.
Sin embargo, estaba bastante asombrado, preguntándose cómo su padre, que había estado desaparecido tantos años, podría desatar semejante poder tremendo. En su memoria, Qin Chuan siempre había sido una persona ordinaria que nunca se había involucrado en el entrenamiento de los artistas marciales.
Qin Chuan dio una sonrisa débil y le dijo —Hijo, has sufrido.
—¡Papá! —La cara de Qin Sisi se llenó de sorpresa— nunca esperó ver a su padre perdido desde hace tanto en este momento.
—Sisi —Qin Chuan sonrió a Qin Sisi.
En comparación con la conmoción de Qin Jiang y Qin Sisi, Wen Wenling no mostró mucha reacción.