Qin Jiang fue lanzado por los aires con aquel golpe de palma, la fuerza era tan feroz que parecía que su pecho iba a hacerse añicos. Intentó levantarse, pero sencillamente no tenía la fuerza...
—¡Cof cof! —Qin Jiang escupió un bocado de sangre, sintiendo como si la muerte le rondara; ¡su visión empezó a nublarse!
—Maldita sea, ¿¡cómo te atreves a herirme!? Hoy, ¡te aplastaré hasta convertirte en pulpa! —El hombre de la cara cicatrizada estaba furioso, al mirar su propio hombro empapado en sangre, no pudo evitar jadear por aire, su rostro retorcido de ira mientras se acercaba a Qin Jiang, que yacía en el suelo.
—¡No lo toques! —Zhao Yuefei se liberó de la restricción de Shen Yuerong y se lanzó hacia adelante.
—¡Buscando tu propia muerte, pequeña perra! —El hombre de la cara cicatrizada rugió—. ¡Ve al infierno! —Balanceó su brazo y su mano golpeó directamente a Zhao Yuefei.