Qin Jiang se burló:
—¿Qué pasa? No puede ser que tengas miedo, ¿verdad? ¿No confías siempre en ganar cuando se trata de apostar?
Ye Wujie tomó una respiración profunda y sus puños se cerraron lentamente:
—Establece las reglas.
Como Dios de los Jugadores, obviamente no se limitaba solo a jugar cartas.
Un miembro de la familia del Rey del Juego.
Desde joven, había pasado por innumerables sesiones de entrenamiento, su memoria, visión, escucha, oído... ¡¡todo de primera categoría!!
No obstante, incluso con todas esas habilidades, cuando Qin Jiang sacó el revólver, su mente aún tembló violentamente.
—¡Este tipo es más loco que él!
—¡Nunca había jugado con apuestas tan altas antes!
En medio de la tensión, una fuerte sensación de emoción también apareció en su rostro.
—¡Todos los presentes en la escena estaban asombrados!
—¡Este juego tenía apuestas increíblemente altas!
—Si perdías, no solo perdías diez mil millones, sino también tu vida!