Long Fei y Lin Yingying se despidieron de Shen Feng y se alejaron conduciendo por la carretera de montaña.
El paisaje aquí era bastante hermoso, y Lin Yingying le pidió a Long Fei que bajara las ventanas del coche, mirando incesantemente el embalse afuera.
En ese momento, un rugido de coches deportivos vino desde atrás.
Cuatro o cinco coches aceleraron y adelantaron a Long Fei a muy alta velocidad antes de frenar bruscamente y detenerse adelante con un chirrido.
Debido a la poderosa inercia, los neumáticos emitieron un rastro de humo blanco en la carretera.
Después de que Long Fei se detuvo, los varios coches deportivos bloquearon el camino detrás, luciendo muy practicados y bien coordinados en sus acciones.
—Qué mala suerte, ni siquiera se puede disfrutar del paisaje en paz —murmuró Lin Yingying descontenta.
—Long Fei soltó una risita y abrió la puerta del coche para salir.
Las puertas de los coches deportivos se abrieron hacia arriba, y una docena de jóvenes bajaron.
