Long Fei asintió levemente al subastador, pensando para sí mismo: «Es solo 1,2 millones, ¿realmente hay necesidad de emocionarse tanto?».
El subastador exclamó con alegría:
—¡1,2 millones! Este caballero está dispuesto a ofertar 1,2 millones. ¿Hay alguien más que quisiera aumentar la oferta?
El público estaba revuelto, pero ¿quién querría ser ese tonto?
El subastador golpeó el mazo de cobre con un golpe seco, y después de tres golpes, se vendió oficialmente.
Una belleza vestida con un cheongsam trajo con gráciles pasos una copa de vino tinto y se la ofreció a Long Fei mientras se inclinaba respetuosamente.
El subastador también se inclinó para expresar su respeto, diciendo:
—Demos un aplauso para este generoso caballero. Gracias a él, miles de huérfanos en la Ciudad Binhai tendrán un huevo y un vaso de leche cada mañana.
Los aplausos fueron escasos, con la mayoría de las personas mirando a Long Fei con una expresión reservada para un paleto.
