—Pedir sobres rojos cuando se cierra la puerta es una costumbre aquí, y una vez dentro, hay varios puntos de control, todos exigiendo sobres rojos —dijo él.
Xu Dong estaba bien preparado y había ordenado a sus padrinos de boda sacar un montón para deslizarlos por debajo de la puerta.
Las chicas adentro armaron un alboroto, diciendo que era muy poco, y Xu Dong, palpándose los bolsillos, regateó con ellas desde fuera.
Nadie sabía quién colocó una cadena de petardos adentro, y con un estallido crepitante, las mujeres gritaron de susto, y la puerta se abrió con facilidad.
En cuanto entraron, los padrinos de boda conocerían su destino.
Las mujeres, sosteniendo botes de aerosol, rociaron furiosamente un chorro contra ellos.
Long Fei, sonriendo, rápidamente protegió a Lin Yingying detrás de él, haciendo que el corazón de Wang Xiaoya se agriara mientras volvía a hacer un puchero.
La última vez que vinieron a proponer matrimonio, Lin Yingying había sido de gran ayuda.
