```—Señor Qiu —Liang Daming se apresuró a saludarlo.
Qiu Lai le echó un vistazo a Liang Daming y dijo:
—Tú...
—Es un honor para mí tener al Señor Qiu en mi casa —dijo Liang Daming, exultante. Conocer a Qiu Lai era, sin lugar a dudas, el sueño de la vida de Liang Daming. Si Qiu Lai cenaba en su casa, entonces podría anunciarlo a los cuatro vientos.
—Estoy aquí para encontrar a alguien —dijo Qiu Lai con una leve sonrisa.
—¿A quién busca? —preguntó Liang Daming con curiosidad.
—Busco lo mío —respondió Guo Yi desde lejos.
Qiu Lai se sorprendió, un hombre de blanco, de poco más de veinte años, con un porte excepcional. Esta era exactamente la descripción que Long Wu le había dado. Qiu Lai se apresuró hacia él y preguntó con curiosidad:
—Señor, ¿usted es... Guo Yi?
—En efecto, soy yo —asintió Guo Yi.
—Eso es genial —dijo Qiu Lai, rebosante de alegría—. Justo lo estaba buscando a usted.
—¿Trajo lo que pedí? —inquirió Guo Yi.
