—¡Maldita sea! —Lin Tao miró enfadado y dijo:
— ¿Crees que puedes permitirte el lujo de ofender al Gran Maestro Guo?
Dicho esto, Lin Tao salió corriendo.
—Gran Maestro Guo, lo siento... lo siento mucho —Lin Tao hizo una reverencia, sumiso como un gatito—. Todo es porque no los supervisé adecuadamente. Terminé ofendiéndolo.
—¡Hmph! —Guo Yi resopló fríamente, de pie con las manos detrás de la espalda.
Lin Tao tembló de miedo.
Ya había sido testigo de primera mano de lo que Guo Yi era capaz. Con solo chasquear los dedos de Guo Yi, él mismo podría acabar sin lugar donde enterrar su cuerpo. ¿Cómo podría atreverse siquiera a tirarse un pedo delante de Guo Yi? Solo podía quedarse allí temblando y dijo:
—Por favor... castígueme, Gran Maestro Guo.
Guo Yi lanzó su manga y miró al capataz :
— ¿Tienes dinero ahora mismo?
—¡Sí, sí! —el capataz tembló.