Guo Yi levantó su mano derecha suavemente, deslizándola como si apartara cortinas frente a sus ojos o arrojara un mechón de algodón sin esfuerzo. Era imposible discernir alguna técnica o método en su acción.
Sin embargo, el interminable ataque desapareció en la nada en un instante.
—¡Imposible! —exclamó el anciano del clan, sorprendido.
—¡Ay de mí! —Duan Feifei se cubrió los labios rojos, temblando su cuerpo.
—Creo que es mi turno, ¿no? —La expresión de Guo Yi se volvió fría.
Había venido al banquete de los Duan con buenas intenciones, ¿solo para encontrarse atrapado en una trampa? ¿Cómo podría tragarse tal humillación? Guo Yi de repente saltó al aire, sus pasos ligeros como si un Inmortal ascendiera al escenario.
Con un agarre vacío de su mano derecha, una fuerza del Espíritu del Agua se condensó en forma de una Espada de Luz Azur tenue, de dos metros de largo, singular y extrañamente diseñada.
¡Boom!
Guo Yi levantó su mano derecha y el Qi de Espada cayó cortando.