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—Buena sincronización —se burló Guo Yi.
Se encontraba suspendido en el aire, con la mano izquierda detrás de su espalda y la derecha sosteniendo la Espada Ósea que colgaba naturalmente. Un rastro de crueldad fría apareció en su rostro, su cabello azabache se derramaba sobre sus hombros, sus cejas afiladas como estrellas fugaces, su nariz altiva, sus contornos faciales firmes y angulosos como el filo de una espada. Guo Yi, con un aspecto algo resentido, parecía aún más guapo e impresionante, con sus ojos oscuros brillando como las estrellas más luminosas en el cielo nocturno. ¡En los ojos del joven, nunca había un ápice de lo ordinario; siempre era el vasto mar de estrellas!
No había querido luchar contra Ni Cangtian, pero, ay, Ni Cangtian había tocado la escama inversa de Guo Yi.
Los dragones tienen sus escamas inversas y los hombres tienen sus huesos desafiantes.
¡Tócalos y la muerte es cierta!