—¡No! —gritó Li Mubai fuertemente.
La voz se detuvo abruptamente.
Todo su ser se desplomó del cielo, desapareciendo en un instante sin dejar rastro, sin dejar señal alguna.
Después de eso, una figura sagrada emergió desde dentro de la estatua de Buda.
Real... Ilusorio...
Este era el verdadero secreto del Monje Santo. Una vez que se abrieran las ocho puertas, se podrían desbloquear las puertas a una fuerza abrumadora. Como dice el dicho, tanto real como ilusorio, tanto ilusorio como real. El pináculo de la fuerza podría transformar a uno mismo en una forma etérea, que no solo protegía efectivamente, sino que también desconcertaba al enemigo.
El Monje Santo dio pasos que abarcaban decenas de metros.
En el suelo, había un enorme hoyo, con una profunda impresión de una marca de cinco dedos incrustada profundamente en la tierra.
El suelo sólido se hizo añicos, y la enorme huella de la palma se hundió en el suelo, levantando capas de colinas.
—¿Está muerto el Clan del Diablo?