En una fracción de segundo, el rostro del Monje Santo se volvió pálido como la muerte.
Cuando explotó, la fluctuación de energía se precipitó en su cuerpo, causando daño a sus órganos internos y meridianos.
Pu Chi...
El Monje Santo escupió un bocado de sangre fresca.
—Jaja... —Li Mubai estalló en carcajadas:
— Viejo monje, te dije que no eres rival.
—Ay... —El Monje Santo exhaló turbio:
— Mi corazón está con todos los seres, pero tú matas por placer. Si Buda no los salva, lo haré yo, y si no entro al infierno, ¿quién lo hará?
¡Puerta Sorpresa!
¡Puerta Abierta!
Se abrieron las ocho puertas, y la figura del Monje Santo de repente se elevó varios pies, su cuerpo se hinchaba como un globo gigante. Alzó su mano derecha, y una palma masiva descendió desde los cielos. Esta palma era abrumadora, tan grande como un campo de fútbol.
—¡Hmpf! —La cara de Li Mubai se torció salvajemente, con un rastro de energía siniestra:
— Viejo monje, ¡no puedes herirme!
¡Boom!