Cuando aquella figura cayó del cielo, todos quedaron atónitos, ¡porque la figura era demasiado familiar!
—¿Es... es él...?
—¡Guo Yi!
Todo el mundo miraba incrédulamente al hombre ante ellos, que había sufrido una transformación y ahora exudaba un aura extraordinaria. Su rostro justo y liso revelaba rasgos bien definidos, fríos y guapos; sus profundos ojos negros centelleaban con un brillo cautivador; sus densas cejas, la nariz alta y los hermosos labios proclamaban su nobleza y elegancia.
Las gruesas cejas se inclinaban desafiante hacia arriba ligeramente, y bajo las largas pestañas ligeramente rizadas había un par de ojos claros como el rocío matinal, una nariz noble y labios tan tiernos como pétalos de rosa, junto con una piel clara.
Había un oro esquivo en sus ojos, como si... poseyera un par de Pupilas Doradas.
—¡Guo Yi! —Liu Xueling se acercó rápidamente.
Ese hombre que ella tanto amaba como odiaba.