—¡Hermano Yi! —Esta era la imagen que persistía en la mente de Mu Zhiruo. A lo largo de los años, nunca cesó en su búsqueda de Guo Yi, incluso después de convertirse en la Santa del Palacio de Ruinas Sagradas, nunca renunció a Guo Yi. En palabras de Mu Zhiruo, necesitaba verlo vivo, ver su cadáver si estaba muerto, o al menos, visitar su tumba.
Guo Yi era el dolor en el corazón de Mu Zhiruo y el sueño que nunca había realizado.
El sueño siempre parecía estar fuera de alcance hasta... este preciso momento en que se dio cuenta de que estaba inesperadamente al alcance de la mano.
—He oído que el segundo Maestro de la Secta ha desafiado a Guo Yi —dijo Lv Ying apresuradamente—. Es de lo que todos hablan en el Mundo de Dao Marcial ahora mismo. Toda la comunidad marcial está conmocionada.
—¿Qué?! —exclamó Mu Zhiruo casi desmayándose—. El segundo Maestro de la Secta es terriblemente poderoso, ¿hermano Yi él...?